Ciudadanos, por medio de Juan Cassá, sigue negociando en Málaga capital, a dos bandas, derecha e izquierda. Consolémonos, peor sería la cosa si existiera la UCD y hubiera que estar pendiente de tres frentes. Cassá se empeña en lo de los cargos de confianza y De la Torre le ha enseñado ya el organigrama dos veces. Como el que se abre la gabardina y mira a un lado y a otro. Cada vez que lo saca del bolsillo al volver a guardarlo es más pequeño. El organigrama. Pero no todo lo pequeño que Cassá quiere que sea. El tamaño importa, siendo paradójicamente una cuestión de número y no de volumen o superficie. El PSOE no tiene nunca problema con los cargos: si es una de esas temporadas que, como pasa con los abrigos verdes, se llevan mucho, pues nombra muchos. Si la primavera-verano o el otoño-invierno viene sin embargo con la moda de los cargos pocos pues se apunta el primero. Y en ese plan.

Paseaba el sábado por la mañana Pepe Bernal por Ricardo Soriano junto a su familia y aunque se mostraba prudente, ya su entorno y algunas fuentes del PSOE daban por hecho días antes que el pacto con los independentistas de San Pedro y la izquierda estaba hecho. Sí, con tanta antelación. Él tenía sin embargo el miedo aún en el cuerpo, que no se le quitará hasta que no vea con sus propios ojos el resultado de la votación secreta y hasta última hora sujeta a conjeturas. El PSOE gobernará Marbella luego de un cuarto de siglo en la oposición. Bueno, si se exceptúa el año (2007) que Diego Martín Reyes estuvo al frente de la gestora haciendo una magnífica labor. Los marbelleros de cierta edad aún recuerdan a los tres alcaldes socialistas, Alfonso Cañas, José Luis Rodríguez y Francisco Parra. La primera cosa que hizo Gil al alcanzar el poder fue derribar ´la casa del Parra´, que era como todo el mundo conocía a un casoplón ajado frente al Marbell Center, en pleno centro, que una excavadora redujo a escombros. Se habla mucho de lo que Gil construyó. Se habla poco de lo que derribó. No sólo físicamente. Los dos o tres años inmediatamente anteriores a Gil, que ganó en 1991, fueron de un descontrol brutal, de una ineficacia clamorosa; días de ambiente turbio y peleas internas entre los socialistas. Acusaciones cruzadas de corrupción. Una vez, Cañas dimitió en un pleno esperpéntico aduciendo que estaba malo. Dijo que aquello era irrevocable. Siguió dos años más. Y así casi todo, con la excepción de la época de Rodríguez, que legó entre otras cosas el parque de la Constitución, durante muchos años el único enclave verde, el pulmón, que Gil no intoxicó de puro milagro. Luego vino el saqueo mafioso del gilismo, pero esa historia ya es muy conocida.

El PSOE tiene una oportunidad de oro de congraciarse con Marbella, si bien va a tener que contentar a los otros tres socios. O a dos, si se tiene en cuenta que uno va de miranda. Atrás queda el cabreo mayúsculo de Bernal cuando finalmente Ciudadanos dijo que no se presentaba a las municipales en la ciudad. Creyeron en el PSOE que Ángeles Muñoz podría volver a sacar la absoluta. Quién sabe, tal vez ahora con dos o tres o cuatro concejales de Ciudadanos, podría habérsele escapado a la izquierda el gobierno de la ciudad. O habría un Cassá marbellero tijera en ristre. Recortando, que es gerundio.