Qué diferente sería este sábado si no hubiera pasado lo que pasó el sábado pasado, ¿verdad? Hace ya una semanita desde que España se la pegase de manera estrepitosa en el Mundial de Rusia, y estos siete días han dado para digerir de forma saludable tamaño fracaso. Siete días en los que hemos escuchado de todo: que la culpa es de Florentino, que la culpa es de Rubiales, o de Lopetegui, que Hierro tardaba más en hacer los cambios que Maradona escribiendo un whatsapp, que es que los rivales se han encerrado o que los jugadores no han dado la talla... todos los jugadores menos Isco, claro. En eso sí que ha habido unanimidad en todos los miles de comentaristas y analistas que delante de las cámaras y detrás de su móvil han analizado la actuación de la selección española en Rusia: el malagueño es el único que ha estado a la altura. Y ese halago, envenenado, también ha servido para que algunas voces critiquen el juego del madridista y lo tachasen de lento y poco vertical. «Isco no es el líder de esta selección», sentenciaban. Por supuesto que no. ¿Cuándo ha tenido un líder la Roja? Remontándome a la experiencia vivida, no recuerdo una selección en la que su fútbol girase en torno a un solo jugador, como es el caso de otras selecciones. La Quinta del Buitre; Zubizarreta, Hierro, Caminero, Salinas... en Estados Unidos; la España de los Mundiales del 98 o el 2002 ni mucho menos giraba en torno a Raúl González Blanco. Ni siquiera la campeona del Mundo en Sudáfrica era la España de Xavi e Iniesta, cuyo trabajo no habría lucido sin los goles de Villa o las paradas de Iker Casillas. De toda la vida, para bien o para mal, el combinado español ha sido un equipo, mejor o peor, pero un equipo. Y en 2018, no lo ha sido. La insistencia en la horizontalidad, en querer vivir de lo logrado en años anteriores, nos mandaba de vuelta a España con solo un partido ganado, ante Irán, y de rebote. ¿Tiene la culpa de eso Florentino? En cuatro partidos parecía como si Isco no se hubiera enterado de que este año no tocaba. Y se señaló él solo como el único con ganas. Pero de la misma forma que los argentinos llevan años encomendándose a Messi para hacer de nuevo algo grande, seamos sinceros y confesemos: ¿quién creía que a pesar de lo mal que estaba España la solución de cada partido iba a ser Isco? Yo no, desde luego. La España a la que ahora le toca clasificarse para la próxima Eurocopa tiene que volver a ser un equipo, con Isco, por supuesto, pero no la España de Isco.