'La bandera reivindicativa', por Martín Sagrera Capdevila

Los «chalecos amarillos» franceses, que reclaman un país más justo enarbolando, como es lógico, la bandera de su país, me han llenado de vergüenza. Verdad en aquel lado de los Pirineos, mentira en éste, donde se identifica la secular bandera de España, incluso mucho antes de la llegada de Vox, con quienes propugnan la supervivencia del más fuerte, del darwinismo social, como defendía el concejal Rajoy y puso en práctica desde el poder. La noche de su victoria, sus partidarios fueron a la puerta de Ferraz, desafiando con esa bandera y un ‘¡Viva España!’ a los del PSOE, que respondían sin convicción que estaban de acuerdo, como Sánchez exhibió después sin continuidad una enorme roja y gualda. En vano también, entre otras notables rectificaciones, Iglesias acaba de revindicar -como ya Carrillo- nuestra bandera, diciendo que la morada es de un pasado derrotado (y, añadamos, culpable en parte por sus grandes errores de los 80 años de franquismo que estamos aún padeciendo); no vemos en sus mítines ninguna enseña patria, ni sin aditivos, y sí incluso las rompe patrias e insolidarias banderas separatistas. Y así estamos, divididos y debilitados, mientras avanza la ultraderecha.