Usar las redes sociales a diario conduce a menudo al equívoco de asumir que el mundo real es idéntico a lo observado en internet, por ello es sano y conveniente someterse a una inmersión de realidad cotidiana a intervalos regulares. A mí, sin ir más lejos, me resultan muy útiles los trayectos que realizo con frecuencia en la línea 36 de la EMT. La línea 36 está servida por un microbús de la marca Mercedes-Benz equipado con 15 asientos, por lo que la parroquia que se congrega en su reducido habitáculo encuentra en él un ambiente propicio para la tertulia, abonado por la casi media hora que dura en trayecto. La familiaridad con la que los viajeros habituales se tratan entre sí no está exenta del cumplimiento de ciertos protocolos no escritos, como es propio de todo club que se precie; rige aquí una cortesía antigua a la que no son ajenos ni los usuarios más jóvenes. En mi caso, suelo situarme en la última fila, no por impulso de mal estudiante sino para disfrutar de la escena con amplitud panorámica. No hay que esperar mucho para que se desencadene la magia, pautada con el formato de cualquier medio de comunicación: noticias nacionales y locales, crónica política y social, columna de opinión, obituario. En este foro, cualquier discrepancia se resuelve con un grado de civilización que debería servir de modelo a los tertulianos de la tele, máxime cuando en el vehículo no hay nadie que ejerza el papel de moderador.

Animo a quien aspire a ocupar la alcaldía a someterse periódicamente a un viaje en el 36, ocupando discretamente una de las plazas del fondo y equipado con un cuaderno de notas. Les garantizo que les será un ejercicio muy instructivo. Y ya les dejo por hoy, que tengo que coger el autobús. Voy a tomarle el pulso al mundo real.