Nacer es hacerse a la mar

Las lenguas es un océanos, nacer es hacerse a la mar. Las palabras son la sustancia en la que nos sumergimos. Tripulamos un submarino que a menudo, no está en nuestras manos manejar. El casco es el entendimiento. El periscopio, nuestra curiosidad. Fuera de él nada existe, lo que no tiene nombre, no es real. Él es nuestro nuestro refugio, nuestro hogar, «la casa del ser», como decía Heidegger; todo lo que es, inmerso en sus profundidades está. Nadamos como peces en su lecho, creyendo ser continente cuando, estamos contenidos en su fluido como decía Lacán: "Somos hablados al hablar. Pretendemos saber lo que decimos, creemos decir lo que pensamos; ambicionamos ser el mar. Cuando, en realidad, balbuceamos burbujas en su inmensidad. Dependemos de tantas cosas: de las mareas, del viento, del va y ven de las olas, de la estrella polar, de la hélice que nos impulsa, de la profundidad a la que queremos llegar... Todos ellos factores que, en ocasiones, no están en nuestras manos manipular. ¿Lo ves? Si ya te lo decía yo: las lenguas son océanos, nacer es hacerse a la mar.

Venancio Rodríguez SanzMálaga