No hay defensa. Hacerse más duro no es hacerse mejor. Ni, a la hora de la verdad, de la peor verdad, funciona. La prueba está en uno de esos vídeos que traía esta semana la prensa digital. Ojalá pudiéramos enseñárselo a sus protagonistas para analizar lo que les ocurre en esas imágenes. Pero ambos están muertos...

Navaja

En el vídeo se ve cómo asesinaron a esa chica de 26 años, en plena pista de una discoteca del puerto de Barcelona. Primero tienes que esperar un anuncio estúpido que sale antes de la escena grabada por la cámara de seguridad. Hay que hacer caja, en los últimos estertores del periodismo, como sea, incluso con las muertes de los demás. En plano fijo, casi cenital, sin un sonido que no sería otro que el de la estridencia musical que, probablemente, ahogó los gritos, se observa cómo un empleado de seguridad discute con un par de jóvenes que han robado el móvil a una chica. Ella señala al que se lo ha robado. El tipo se lo devuelve de mala gana. El vigilante acompaña a uno a la salida. No hay violencia hasta ese momento. Pero el que aún sigue dentro le da una torta en la cara a la chica antes de que el vigilante vuelva y se lo lleve. Entonces, en el pasillo insonorizado hacia la calle, el más violento, con una navaja en la mano que apenas se aprecia, pincha con una velocidad endiablada en la barriga al empleado. El hombre camina hacia atrás, sorprendido, con la mano en la herida. Ya sin obstáculo, el asesino vuelve a entrar con la navaja en la mano. Se acerca de nuevo a la muchacha, se le encara, le dice algo y con una rapidez y una frialdad aterradoras le pincha en el pecho, creo que un par de veces, y se va. La chica se queda de piedra. Incluso, sin saber que está herida de muerte, persigue a su verdugo y sale de plano...

Stop

Lo que muestra el vídeo ocurrió el 4 de septiembre. Anteayer, el joven asesino se pegó un tiro en la cabeza cuando se vio acorralado por la policía en un piso de Badalona. El suceso compartía espacio en las pantallas con la fuga morada de la dirección de Murcia al nuevo partido de Errejón; con las últimas provocaciones independentistas llamando a la desobediencia en el Parlament de Cataluña; con las marchas mundiales por el clima; con el fallecimiento del exmandatario francés Jacques Chirac; con el frenazo en el precio de la vivienda, no en Málaga que ha subido otro 5,3%; con el hallazgo del cuerpo del bebé arrojado al río Besós por otro niñato de esos que parecen hombres y que era su padre (sólo en el sentido biológico, la palabra padre es demasiado grande para caber en una descripción de ADN o en la comprobación de un apellido); con la aparición de ese fémur que podría ser de la pobre Dana y la detención de su novio en Vélez-Málaga; con la paliza de esas chicas que ellas mismas grabaron con el móvil a una compañera de clase, que ya tuvo que huir a otro instituto para alejarse de ellas, al que sus acosadoras fueron para esperarla a la salida; con el pezón que enseñó una participante en no sé qué edición va ya de Gran Hermano; con el último e interesado capítulo de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos; con la tampoco exhumación de los restos de Queipo de Llano en La Macarena, en Sevilla; con el decreto del Gobierno andaluz que legalizará miles de viviendas irregulares en zonas no inundables; con la de que, es literal, «los cánones de la estética llegan ahora a los genitales»... Un chico matando a una muchacha de la manera más absurda y el suicidio del asesino acorralado en medio de todo eso...

Vacunarnos

¿Cómo se evita todo este horror? ¿Les decimos a nuestras hijas que no salgan a la calle? ¿A nuestros hijos que no lleven navaja y que se alejen de quienes las lleven? ¿A nuestras hijas que no muelan a palos, riéndose mientras lo graban, a una compañera de clase? ¿Reinventamos las horas de educación cívica y convivencia y educación sentimental y respeto al derecho del otro a respirar, e insistimos en lo prohibido e intolerable de sobrepasar ciertos límites en los colegios, en los institutos e incluso enviamos a profesores éticos particulares a los hogares? ¿Y si no se puede evitar esta violencia? ¿Cómo se gestiona sentirnos tan impotentes, tan culpables, tan inocentes, tan vulnerables...

Comedor

Ayer algunos lo hicimos, un año más, celebrando la poesía y el flamenco en la sala Mª Cristina, en Málaga, en otro Festival Solidario anual con que obtener fondos para la labor con los indigentes en el Comedor de Santo Domingo (Menú: De primero, siempre, otra Oportunidad). Una gala, también, para regalar a los voluntarios y a quienes pagaron su módica entrada un espectáculo de duende, cultura y compás de altura, porque su actuación la regalaron la escenógrafa y «bailaorina» Nieves Rosales, el chipionero cantaor de voz negra Samuel Serrano, los flamencos de Málaga que se arrancaron con el fin de fiesta, los versos de Alcántara en las voces de Adelfa Calvo y de Pablo Aranda. La vida... Porque hoy es sábado.