El fútbol ha logrado lo que la diplomacia aún no ha podido: que Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Baréin rompan el bloqueo que ellos mismos impusieron hace más de dos años a Catar y participen en la Copa de Naciones del Golfo en tierras cataríes.

Los tres países y Egipto cortaron relaciones diplomáticas y comerciales con Catar en junio de 2017, alegando que el pequeño emirato apoyaba a grupos terroristas, una acusación que Doha negó desde el primer momento. Desde entonces las relaciones se congelaron. Familias quedaron separadas por la interrupción de los vuelos y comunicaciones; empleados que trabajaban en alguno de los otros países a unos cuantos kilómetros de su casa se quedaron sin empleo y las interdependientes relaciones comerciales se hundieron en el limbo.

Dos años después, el fútbol marca el primer avance real en el rumbo hacia la recuperación de la normalidad entre los países del golfo. No ha sido fácil. Tras semanas en las que se daba por sentado el boicot al torneo que ya en 2017 tendría que haberse jugado en Catar llegó lo inesperado.

El pasado 13 de noviembre, la Federación de Fútbol Saudí (FFS) aseguró en su cuenta oficial de Twitter que finalmente había tomado la decisión de participar después de que la organización del torneo reenviara una invitación al reino ultraconservador, que había rechazado asistir en una primera instancia.

Hace unos días, el viceministro de Relaciones Exteriores de Kuwait, Jaled al Jarallah, dijo que la participación del trío del bloqueo era «una indicación clara del progreso hacia la resolución de la crisis» entre los países vecinos. El viceministro kuwaití agregó que se tomarían otras medidas al término del campeonato que asegurarían se está caminando «en la dirección correcta para lograr resultados positivos».

Hace dos años, Kuwait tomó cartas en el asunto y se prestó a organizar la edición anterior del torneo, justo después de que Arabia Saudí, Emiratos y Baréin amenazaran con retirarse si el campeonato se disputaba en Catar. Ese año, finalmente los cuatro rivales del Golfo participaron en el torneo, que se acabó celebrando en Kuwait.

Los avances han sido lentos durante todo este tiempo. En diciembre pasado, la reunión del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) el órgano que reúne a los países de la región que tuvo lugar en Arabia Saudí, Kuwait y Omán abogaron por la normalización. Arabia Saudí invitó entonces al emir de Catar, Tamin bin Hamad al Zani, aunque el emirato finalmente envió un viceministro.

Sin embargo, en el contexto de la Copa de Naciones del Golfo, las esperanzas de reconciliación emergieron, a pesar de que Catar se niega a cumplir con la lista de 13 demandas del cuarteto de boicot, que incluyen la ruptura de los lazos con Irán, el cierre de la emisora Al Yazira y la finalización de la presencia militar turca en suelo catarí.

Por su parte, EEUU también ha hecho presión para que se normalice la situación entre los países árabes en un contexto de crónicas crisis con Irán en la zona. Catar es un aliado cercano de Washington, que tiene en el país su mayor base militar en Oriente Medio. Por ello, en medio de todo este contexto el «Bienvenidos a Catar», que tuiteó el lunes la federación catarí con el inicio del torneo en Doha suena mucho más que a formalismo educado.

Además, para Catar es importante que el torneo discurra dentro de la más absoluta normalidad deportiva, a tres años para la organización de a Copa del Mundo de la FIFA, la primera que se disputará en Oriente Medio. En Arabia Saudí las autoridades no han hecho comentarios sobre las circunstancias de la participación del equipo del reino, pero la agencia oficial SPA publicó vídeos de la plantilla entrenando antes de su debut en el torneo, lo cual ya es un reconocimiento significativo en ese país. La competición se alargará hasta el próximo 8 de diciembre y ocho países competirán por el título: el vigente campeón Omán, la anfitriona Catar, Arabia Saudí, Emiratos, Baréin, Irak, Yemen y Kuwait.