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El sello de la discordia

Aunque ningún partido centenario aguante la prueba del algodón, porque el siglo XX ha sido como ha sido, nadie debería ignorar la contribución decisiva en la gestación del tipo de sociedad del que hoy gozamos de las organizaciones del movimiento obrero, dentro del que el Partido Comunista de España ha sido muy relevante. Ahora bien, si acercamos el foco a las dos décadas largas entre 1956 –en que el PCE, mientras le llovían chuzos de punta, llama a la reconciliación nacional- y 1977 –en que tras ser legalizado ‘legaliza’ a su vez el paquete completo de la transición, bandera y Corona incluídas- no hace falta ser comunista ni de izquierda, sino solo demócrata, para reconocer también su contribución a nuestro régimen de libertades, pagando por las renuncias un alto precio político. Mal camino llevamos si esa misma democracia no es capaz de celebrar el centenario del PCE con un sello.

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