Viento fresco

Regalos

Ya veo regalos por todas partes. Tengo el día espiritual. Y ganas de jamón y peladillas

Un escaparate de una óptica con ofertas.

Un escaparate de una óptica con ofertas. / L. O.

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Y a veo regalos por todas partes. Los que tengo que hacer, los que quiero que me hagan. El jamón que cuelga del escaparate engalanado en la tienda de ultramarinos, el reloj de esa joyería del barrio, el viaje a Lanzarote, la cesta que exponen los grandes almacenes, el elegante abrigo azul que ayer atisbé en una boutique del Centro.

-Hoy tiene usted el día espiritual.

Pero sin duda, el mejor regalo es tener a los seres queridos cerca. Claro que si cada uno, como diría Boris Johnson, trae su propia botella, mejor. Así también tienes cerca a tus queridos licores. De la comida se puede encargar la suegra. Las suegras se revalorizan en Navidad. Quien tiene suegra no es que tenga un tesoro pero fácilmente puede tener a una cocinera. Los hombres mayores no saben cocinar. Esto podría ser el título de un relato, de una serie o simplemente una verdad no como un templo y sí como una olla de grande. Claro que, bien visto, Arguiñano tiene ya más años que un congreso de nomos y sin embargo el hombre sabe cocinar, preparar platos en la tele. Yo si pongo la tele ya no puedo cocinar a la vez y si no cocino a la vez se me olvida la receta que estoy viendo, así que pido comida a casa, siempre que no sea Navidad, y mientras veo un western, un noticiario o una promo de Netflix.

La gente con previsión, de esa que tiene seguro de vida y plan de pensiones, compra pronto los regalos de Navidad, los compra ya en una semana o dos, antes de esas aglomeraciones navideñas. Claro que también hay gente muy previsora pero que no tiene un duro, así que ni zapatillas de deporte para los sobrinos, ni corbata para el padre, ni dos entradas para un concierto para el hermano. Luego están los que tienen mucho dinero y no son previsores ni entra en sus planes calentarse la cabeza o morirse en una de esas colas para envolver regalos de los grandes almacenes un 23 de diciembre. Esos directamente largan un billetazo y santas pascuas. Bueno, mejor dicho, feliz Navidad. Antes, dar dinero era poco elegante o propio de Jesús Gil. Ahora se lleva. Está la cosa como para hacerle ascos a un sobre con cincuenta eurazos.

Lo más divertido de ir de compras es no comprar. Te sale más barato. Miras a la gente, observas su avidez, te ahorras las esperas, tocas igualmente los suaves tejidos, los elegantes bolsos, los cautivantes guantes de piel, los libros, los zapatos. Hasta que decides que lo que vas es a tocarte la barriga en casa o en una cervecería.

Ya veo regalos por todas partes y espero que los lectores que mandan cestas me incluyan en sus oraciones. Y en su listado. Debe ser una experiencia sobrenatural escribir una columna puesto de peladillas. Turrón duro sería un buen nombre para una sección en el periódico. Cosas más raras se han regalado.

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