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El equilibrista prodigioso

Es posible que desde el tiempo de Adolfo Suárez no haya habido en España un Gobierno en que los apoyos sean tan inestables como el de Pedro Sánchez: la mayoría parlamentaria que sostiene al gobierno debe ser negociada ley a ley, casi día a día, mientras, de puertas adentro, unos «barones» identificados solo lo justo con la política presidencial sostienen unas paredes de pladur. Si la llegada a Moncloa fue una prodigiosa jugada de equilibrios, ese modelo de pactos livianos y circunstanciales ha venido funcionando desde entonces, rompiendo todos los pronósticos. La propia duración del juego suscita una sensación de estabilidad de origen hipnótico, semejante al del malabarista. En la iconografía de la transición hay imágenes de Suárez que lo representaban de ese modo. La conciencia de que esa misma precariedad es la clave del invento sería su «ánima».

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