DESDE EL SIGLO XX

Se buscan cuatro diputados del PSOE para el 27 de septiembre

José Jaume

José Jaume

Asomarse, día sí y otro también, a los digitales y papel de los abundantes medios de las derechas españolas, en especial a los residenciados en Madrid, que son casi todos, constituye impagable lección para darse cabal cuenta de cómo andan de excitados sus articulistas y comentaristas ante el convoluto en ciernes entre PSOE e independentistas catalanes para que Pedro Sánchez vuelva a ser investido presidente del Gobierno. La amnistía, si llega, va para largo, pero ello no empece para que los panzers de las derechas abrasen con fuego graneado las posiciones de las izquierdas. La farisaica rasgada de vestiduras de Felipe González, Alfonso Guerra y cía, que lo que buscan es eliminar a Sánchez, al que profesan odio africano, sea lo que fuere éste, sin disimulo, importándoles poco menos que un bledo la amnistía, ha exacerbado la ofensiva de las panzerdivisionen, que embisten con todas las reservas disponibles, hasta el punto de exigirle al jefe del Estado, el rey Felipe VI (leído en Vozpópuli), que, cuando fracase Feijóo, no encargue ir a la investidura a Sánchez haciendo inevitable nuevas elecciones. La quiebra constitucional sería desastrosa, pero no parece importarles: cualquier alternativa es buena a la del pacto con el nefando independentismo catalán, que viene, dicho sea de paso, de pinchar en las antes multitudinarias diadas del 11 de septiembre. O que el Rey deje correr los plazos, o que cuatro diputados socialistas, revestidos de dignidad, honestidad, decencia y vergüenza torera, permitan la investidura de Núñez Feijóo; en su defecto, se abstengan en la de Sánchez haciéndole morder el polvo, y así salvaguardar la integridad de España.

Para conseguirlo abundan las referencias a lo declarado por los próceres socialistas de antaño, desde Felipe González (quién ha visto y quién ve al que sin duda ha sido el gran estadista español de la segunda mitad del siglo XX; los otros, al alborear el siglo, Antonio Maura; después, Manuel Azaña, ambos fueron neutralizados, pero esa es otra historia) pasando por Alfonso Guerra, en sus tiempos inflexible con los suyos, y hasta citando a Ramón Rubial, sin olvidar a Page, Lambán y a Nicolás Redondo, que ya deja caer que abandonará el PSOE. Todos, salvo Rubial, que mucho tiempo atrás abandonó este mundo, alineados contra Sánchez, respaldando a la andaluza Susana Díaz sin poder impedir que fuera vapuleada por Sánchez en las primarias que se organizaron después de arrojar por la ventana al hoy presidente del Gobierno (sí, en funciones) y secretario general del PSOE.

De encarnarse una de las dos iniciativas expuestas parece que quienes las proponen no acaban de percatarse de las consecuencias que acarrearían: nunca se sabe cómo en las Españas se van al carajo los regímenes que ofrecen la imagen de estar sólidamente asentados. La investidura de Feijóo, sustentada en el voto de cuatro diputados socialistas, indefectiblemente devendría en catastrófica: de consecuencias similares a las vividas en España cuando quebró la Primera Restauración, allá en la década de los 20 del pasado siglo. En el caso de que fuera el Rey quien cerrarse la puerta a la investidura de Sánchez, se podría decir sin miedo a equivocarse lo que José Ortega y Gasset sentenció sobre el final del reinado de Alfonso XIII, bisabuelo del hoy monarca: Delenda est Monarchia, escribió en el diario El Sol el 15 de noviembre de 1930, a pocos meses de la proclamación de la Segunda República. Es impensable que Felipe VI caiga en error tan garrafal.

A dos semanas del inicio del debate parlamentario de la investidura de Feijóo, que ha de ser su puesta de largo como oposición a la posible investidura de Sánchez, asistimos al recalentamiento de los enfrentamientos políticos, que alguno, en especial la extrema derecha de Vox, quiere trasladar a la calle. Hay mucha tensión, y más que se meterá en el cuerpo social español. A la espera del desenlace, los prolegómenos están siendo agitados. Otro comentarista de la derecha, que no disimula la inmensa inquina que profesa a Sánchez, teclea: «el sanchismo nos ha declarado la guerra, iremos a la guerra». Ahí es nada.

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