Tribuna

Kissinger, González, Pujol y el edadismo

Algunos tienden a presentar un panorama catastrófico cuando ellos ya no están en escena

Felipe González.

Felipe González. / L. O.

Albert Sáez

Albert Sáez

La Fundación la Caixa me envía un magnífico librito titulado Glosario sobre el edadismo. El mismo día pasan por la pasarela de la actualidad Henry Kissinger (100), Felipe González (81) y Jordi Pujol (93). Del primero se han escrito muchos elogios con motivo de su muerte, aunque fue una de las bestias negras del progresismo en vida. La última vez que escribí de González y Pujol, algunos lectores me acusaron de edadismo, o sea, de «discriminación por razón de edad, especialmente de personas mayores o ancianas». Intentaré no caer en ello, pero de los mayores tenemos que ser capaces de decir cosas sin necesidad de elogiarlos cínicamente cuando mueren. Lo cierto es que a González ya ni le reconozco la voz mientras se desgañita contra la amnistía aplaudido por los discípulos de Aznar, el de «¡Váyase, señor González!». Cuando oigo a Pujol, cada día tengo más la sensación de escuchar a su mujer, que siempre tuvo una visión de la identidad mucho menos política que la del expresident.

Para mantener el respeto por la edad, me limitaré a hacer algunas preguntas. ¿De verdad Felipe González no nota que la alianza de políticos, jueces y periodistas que ahora aprovecha la amnistía (perfectamente reprobable) contra Sánchez como aprovecharon los GAL (más reprobables aún) contra él? ¿De verdad Pujol cree que la lengua catalana está peor que cuando accedió a la presidencia de la Generalitat en 1980 y que todavía puede seguir siendo el componente principal de la nación catalana?

Me niego a pensar que han perdido la inteligencia que tienen y sostengo que no hacen lo que hacen por razones de edad sino de orgullo.

Les pasa a los políticos, pero también a empresarios o artistas, que insisten en dibujar una realidad catastrófica cuando desaparecen de escena. Se escudan en esa visión idílica del pasado que todos tenemos para reivindicarse. Hay también edadismo en su actitud, pero, con permiso de la fundación, discriminan a los jóvenes.

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