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Titulitis innecesaria

El asunto del currículum del político, en especial los títulos, su rango, veracidad, atajos, etcétera, es un género clásico del periodismo, cebado por el empeño de adornarse de muchos dirigentes, que los lleva al figureo facilón. Ahora le ha tocado a Isabel Díaz Ayuso, aunque parece que la munición es de poco calibre. En el fondo todo viene de un error de base, el de que los títulos den cuenta de la capacidad del político. La política es un saber autónomo y mucho más parecido a las artes prácticas que a una ciencia o profesión de cualquier tipo. Puede uno tener una pared que se cae de títulos colgados y ser una verdadera desgracia en el poder, y al revés. Ni para la gestión de veras política ni, desde luego, para la premisa de poder desarrollarla (o sea, ganar elecciones) es determinante el historial académico. Para ser empresario, actor, torero, influencer, artista o Papa, tampoco.

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