EL CONTRAPUNTO

Los añorados Sarah y James Brown, hoteleros y magos

Me confirman que parece que este año se publicará en el Reino Unido un libro importante. Es una nueva historia del Hotel Brown’s. Institución británica tan señera como fascinante

El Hotel Brown’s de Londres

El Hotel Brown’s de Londres

Rafael de la Fuente

Rafael de la Fuente

Confieso que siempre he sentido debilidad por aquellos grandes hoteles que llevan bastante más de un siglo haciendo las cosas extraordinariamente bien. Día a día, minuto a minuto. Y esta querencia se convierte en una franca admiración cuando a uno de esos hoteles le sobran todos los elogios y es obvio que además hacen todo lo posible para no dar la poco elegante impresión de querer ser los más listos, opulentos, además de ser los más ostentosos. Como proclamaba aquel personaje de “If”, el famoso poema de Rudyard Kipling. Por cierto, dicen que el legendario Kipling escribió «El Libro de la Selva» en su sencilla habitación del londinense Brown’s, convertida ahora en uno de los encantadores comedores privados del prestigioso e histórico hotel.

Me confirman que parece que este año se publicará en el Reino Unido un libro importante. Es una nueva historia del Hotel Brown’s. Institución británica tan señera como fascinante. Llevará esta obra el aval del docto historiador Andy Williamson. En ella demostrará que el hotel que hicieron posible los míticos James y Sarah Brown abrió sus puertas en 1832. Y no en 1837, como se pensaba hasta ahora. La recuperación de estos cinco años de la vida del hotel más antiguo de Londres no es asunto ni trivial ni baladí. Este año Brown’s se acercará casi a los dos siglos de gloriosa vida. Y además seguirá gozando de una maravillosa buena salud. Su historia siempre fue fascinante. Todo se lo debemos a un legendario matrimonio de hoteleros hechos a sí mismos: James y Sarah Brown. James fue al principio el mayordomo de una de las grandes familias de la nobleza británica. Su esposa, Sarah (la señorita Sarah Willis de soltera) fue una de las doncellas más apreciadas por Lady Anna Isabella Noel Byron, undécima baronesa de Wentworth. Fue la baronesa Byron muy admirada por su matrimonio con el célebre poeta y héroe de la guerra de la independencia de Grecia. Según todos los testimonios de la época, Sarah Brown, mujer combativa y de formidable personalidad, ejerció una influencia decisiva en los comienzos y posterior éxito del hotel del matrimonio.

Éste abrió sus puertas en una elegante vivienda de finales del siglo XVII en Dover Street. En el número 23, para ser exactos. Al principio no fue muy del agrado de los otros residentes de esa calle la inauguración de un hotel en su vecindad. Al fin y al cabo allí tenían su domicilio ocho Pares del Reino, tres baronets, el Obispo de Ely y el Embajador del Zar de Rusia. El adquirir aquella propiedad fue una excelente decisión por parte del matrimonio Brown. La calle era perfecta, pues el hotel quedaba muy cerca de Bond Street y Regent Street. Y llegar a Hyde Park o a Green Park era un corto y agradable paseo. Pronto los temerosos vecinos observaron aliviados que los huéspedes del Brown’s no desentonaban para nada en aquella elegante y atractiva calle de Mayfair.

Probablemente el Brown’s es el hotel más inglés de Londres. Hasta el nombre encaja perfectamente. Como el hotel, Brown’s es un nombre sin pretensiones y sólidamente británico, en su combinación de vocales y sonoras consonantes que cierra un muy oportuno genitivo sajón. Fue el hotel preferido por no pocos miembros de la realeza europea, los que por placer o por avatares dinásticos residían en Londres. Con el paso del tiempo el hotel (ampliado a un conjunto de once valiosos edificios diferentes, entre los que estaba el St. George’s Hotel) se convirtió en el “pied-à-terre” de conocidas familias de “country squires” británicos. Los que valoraban sobre todo la discreción y el buen gusto de los gestores del establecimiento, además del excelente servicio que el hotel obviamente les prestaba a ellos. Era bien sabido que los más prominentes clérigos de la Iglesia de Inglaterra lo preferían a otros establecimientos más frívolos y mundanos. Como lo preferían ilustres médicos, juristas y académicos, además de escritores de gran fama: como Oscar Wilde, Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Bram Stoker o Robert Louis Stevenson. Todos sintieron una especial predilección por el Brown’s. Era frecuente que destacados miembros de la nobleza británica se refirieran a su hotel favorito con estas palabras: «I don’t stay in an hotel! I stay at Brown’s!».»No me alojo en un hotel. Me quedo en el Brown`s».

Tampoco fueron indiferentes a los encantos victorianos – y posteriormente a los eduardianos - del hotel otros ilustres personajes. Como Alexander Graham Bell. Allí hizo por primera vez en suelo inglés una demostración pública del invento del italiano Antonio Meucci: el teléfono. O como aquel gran Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Que decidió con su esposa, Eleanor , pasar su luna de miel en aquel peculiar hotel inglés que parecía un confortable museo con dos entradas, una en Albemarle Street y la otra en la Dover Street de los primeros tiempos. Un pequeño consejo. Si van a Londres y no se alojan en el hotel no dejen de tomar una tarde el té en la English Tea Room del Brown’s. Jamás lo olvidarán.