EL MALECÓN

Esto no es fútbol

Se cacareó que los nuevos rayos X del fútbol acabarían con las injusticias intrínsecas a este juego, pero las han acentuado hasta extremos delirantes

Un árbitro revisando una acción en el monitor del VAR.

Un árbitro revisando una acción en el monitor del VAR. / Ricardo Larreina / EP

José Sámano

¡Qué razón tenía Modric! Han pasado algo más de siete años desde que el croata expresara un certero pálpito. "Esto no es fútbol", proclamó el madridista tras un duelo del Mundial de Clubes contra el América en el que la FIFA fijó el partido como placenta del entonces embrionario VAR. El profético Modric se quedó corto. El fútbol español, o lo que demonios sea hoy, es toda una trapisonda. El personal contempla tan turbado como airado la peor campaña arbitral que se recuerda. Cada jornada es peor que la anterior. Ni los árbitros entienden a los árbitros. Un sindiós.

No hay rastro de aquel fútbol que con una simple docena de reglas se convirtió en un fenómeno universal. Para su desgracia, los árbitros siempre fueron vistos como un mal necesario. Nadie paga una entrada por un colegiado, salvo para un desfogue emocional con una catarata de insultos. Pero la instantaneidad les humanizaba, al tener que decidir, para bien o para mal, sobre la marcha. Como el reglamento era subjetivo en muchos aspectos, cierta parcialidad era inevitable. Llegada con fórceps la tecnología, la subjetividad es doble o triple, con ese gallinero arbitral entre los del campo y la sala de videojuegos. Hasta tal punto que la sentencia VAR no siempre es coincidente con la del pelotón de exjueces que colaboran con los medios y pueden revisar las jugadas cuantas veces quieran.

Los bochornos se suceden. El penúltimo y más flagrante, el gol anulado al Girona ante la Real con un diferido de 37 segundos. El del VAR de turno rebobinó hasta dar con un juanete de Savinho en fuera de juego. Por el camino, varios futbolistas de la Real llegaron a interceptar la pelota. Lo que no ha trastocado el maldito artefacto es la pulsión autoritaria de muchos árbitros. El de Girona justificó así una tarjeta a Blind que le impedirá jugar este domingo en Chamartín: "Fue amonestado por reiteradas observaciones de orden técnico". El no va más. Resulta que, sin agravio mediante, no se puede debatir con el del silbato.

Resulta que, sin agravio mediante, no se puede debatir con el del silbato

En la misma jornada del desmadre de Girona, en el derbi madrileño del Bernabéu el VAR se tomó una tarde primaveral. Ni un vistazo a tres penaltis bastante penaltis a favor de los blancos. Unas semanas antes, a otra panda de VAR le dio un ataque microscópico contra el Almería. ¿Por qué un día sí y otro no? Porque sí, porque lo dicen ellos. Sin más. Se cacareó que los nuevos rayos X del fútbol acabarían con las injusticias intrínsecas a este juego, pero las han acentuado hasta extremos delirantes.

Por si fuera poco, cabe, lector, que cuando llegue al campo este fin de semana a algún patricio arbitral le haya dado por imponer una nueva circular sobre tal o cual norma sin que usted ni nadie se haya enterado. Otra melonada. Con tanto mareo y tanta arbitrariedad hay que preguntarse si hoy algún Negreira de la vida sería capaz de enhebrar "informes" mínimamente coherentes.