Viento fresco

La Baltasara

Toda una experiencia visitar la casa museo de Antonio Gala en Alhaurín el Grande

La Baltasara: Casa Museo Antonio Gala

La Baltasara: Casa Museo Antonio Gala / L.O.

Jose María de Loma

Jose María de Loma

La Baltasara es un lugar mágico. Extraordinario. Un oasis, una isla de paz. El viajero llega a sus jardines embriagándose con el olor de limones y naranjas y oyendo el rumor acuoso de acequias y del río Fahala. En Alhaurín el Grande.

La Baltasara, Casa Museo de Antonio Gala, es el lugar en el que el célebre escritor fallecido en 2023 vivió durante muchísimos años o pasó temporadas. Allí escribió miles de artículos, poemas, teatro o novela. Allí recibía a sus amigos y descansaba del jaleo mundanal, de la urbe madrileña, de los agobios de la fama. Su despacho está tal y como lo dejó. Cargado de bolígrafos y lapiceros, folios, anotaciones a mano. El visitante puede ver su habitación y las de invitados, el salón, sus libros, sus estancias más privadas, cuadros o algunas de las distinciones que recibió. Un vídeo al inicio de la visita lo explica todo estupendamente y nos da noticias sobre la cotidianeidad del autor de «Anillos para una dama», «La pasión turca» o «El manuscrito carmesí», Premio Planeta 1990. La finca tiene 3.000 metros -380 de vivienda- en un enclave privilegiado. La adquirió el Ayuntamiento y ahora es no solo una casa museo, imprescindible en eso que podemos llamar turismo literario, es también un centro cultural, un lugar para eventos.

Antonio Gala, en La Baltasara

Antonio Gala, en La Baltasara / La Opinión

El nombre lo toma de La Baltasara, Francisca Baltasara de los Reyes, actriz del siglo XVII especializada en papeles de hombre y cuyas peripecias fueron recogidas en su época por escritores como Francisco de Rojas Zorrilla o Luis Vélez de Guevara. Un mosaico en los jardines nos informa sobre su existencia y hasta de las coplillas que inspiró: «Todo lo tiene bueno la Baltasara / todo lo tiene bueno / también la cara». La Baltasara era el jardín secreto de Gala, el lugar donde mantenía sus célebres ‘Charlas con Troylo’ (nombre de una de sus secciones periodísticas, luego libro también) cuya tumba, junto a las de otras de sus «perrillos», pueden contemplarse en una esquina de la finca.

Gala respetó la fisonomía de la casa, muestra de la arquitectura campesina malagueña del siglo XIX a la que, como dijo él mismo, baña una «luz incansable» que le proporcionaba eso tan suyo: una «soledad sonora».

Somos afortunados ahora de poder irrumpir en ella.