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Jasp cofrades

"Es una alegría observar que este universo se actualiza y modula sus mensajes para llegar a las nuevas generaciones"

"Las nuevas generaciones ha traído consigo una brisa de cambio y renovación que ha revitalizado absolutamente todo".

"Las nuevas generaciones ha traído consigo una brisa de cambio y renovación que ha revitalizado absolutamente todo". / L. O.

Gonzalo León

Gonzalo León

En medio del bullicio de la Cuaresma, en la que estábamos acostumbrados los últimos años a capear un maremoto de porquería, negatividad y todomalismo, aparece este año una fuerza fresca y vital que impulsa la tradición hacia el futuro: las nuevas generaciones de cofrades. Estos jóvenes, con su entusiasmo y energía, están desafiando las expectativas y redefiniendo lo que significa ser parte de esta celebración que tanto nos gusta. En un panorama donde algunos ven estancamiento e incluso desarraigo, la juventud malagueña está demostrando que la Semana Santa no solo sobrevive, sino que florece gracias a su participación activa y compromiso. Y sin alardear por ello.

Es innegable que el procesionismo de Málaga ha sido custodiados durante décadas por generaciones “mayores”, arraigadas en la tradición y la costumbre e incluso el aparente heroísmo por haber sacado los tronos a la calle cuando nadie quería. Sin embargo, la incorporación de las nuevas generaciones ha traído consigo una brisa de cambio y renovación que ha revitalizado absolutamente todo. Su frescura y sus ganas han inyectado nueva vida en las calles, atrayendo a multitudes que quizás antes no se sentían tan conquistadas por la solemnidad de los desfiles procesionales.

Lo más notable es que son estos jóvenes los responsables de que los tronos se estén llenando y las filas nazarenas estén más concurridas que nunca. Estamos a principios de Cuaresma y desde hace ya un par de semanas hay Cofradías anunciando que tienen todo repartido. Su compromiso y dedicación son palpables en cada paso que dan, en cada gesto de devoción y respeto hacia las imágenes que acompañan y todo con unos valores y educación que supera con creces a la demostrada por según qué bigotes señoriales que reniegan de lo nuevo frente a lo apolillado. Y es que atrás quedan los estigmas de una juventud apática e indiferente; hoy en día, son ellos quienes llevan el peso de la tradición sobre sus hombros con orgullo y convicción.

Es fácil dejarse llevar por la nostalgia y la resistencia al cambio, especialmente para aquellos que han sido testigos de muchas décadas de Semana Santa en Málaga, pero deben ser conscientes que entre década y decadencia hay pocas letras de diferencia y se puede abusar de lo segundo si se presume mucho de lo primero. Sin embargo, es importante reconocer el valor de esta nueva oleada de cofrades. Son ellos quienes están asegurando que esta celebración perdure en el tiempo, adaptándola a las necesidades y sensibilidades del siglo XXI. Y todo ello, por supuesto, sin que nadie les haya tenido que rogarles para que lo hagan. Este universo se está adaptando por la vía de los hechos y es en gran parte gracias a ellos.

Es cierto que aún existen voces críticas y conservadoras que cuestionan la evolución de la Semana Santa y desconfían de la implicación de las nuevas generaciones. Pero ¿acaso no es esta diversidad de opiniones y enfoques lo que enriquece nuestra sociedad y nuestra cultura? En lugar de rechazar el cambio, deberíamos celebrarlo y acogerlo como una oportunidad para crecer y fortalecer nuestras tradiciones.

La Semana Santa de Málaga no pertenece a una sola generación, ni debería estar restringida por las limitaciones de las visiones pasadas. Es un legado vivo que se reinventa constantemente, gracias al compromiso y la pasión de aquellos que la llevan en su corazón, ya sean jóvenes o peinen canas. En lugar de dividirnos entre críticos y defensores, deberíamos unirnos en la celebración de esta rica herencia cultural que nos une como malagueños.

Las nuevas generaciones están desempeñando un papel vital en la Semana Santa de Málaga sin que muchos se den cuenta, llenándola de frescura, energía y vitalidad. Su compromiso y dedicación están garantizando que esta tradición perdure y siga siendo relevante en el futuro. En lugar de resistir el cambio, deberíamos dar la bienvenida a esta nueva era con los brazos abiertos, reconociendo que la diversidad de voces y perspectivas solo enriquece nuestra querida celebración.

El cartel oficial de la Semana Santa de este año lo ha realizado un artista antequerano de 24 años. La propuesta cultural que lanza la Agrupación de Cofradías la promueve gente joven. Los ensayos en los tronos, los grupos parroquiales, las bandas, las reuniones de nazarenos, los montajes de los cultos…¿Quiénes los sacan adelante? ¿Señoros de 78 años? No. Gente joven. Muy joven en algunos casos. Por eso resulta en ocasiones descorazonador que no se atisbe en los antiguos una alegría generalizada al ver el devenir de un mundo que ya no sostienen ellos desde hace bastante tiempo y que, por suerte, sigue creciendo, mejorando y evolucionando.

Es una alegría observar que este universo se actualiza y modula sus mensajes para llegar a las nuevas generaciones pues, de lo contrario, estaría completamente abocado al fracaso y la desaparición. Por eso, cuando alguien se rasgue las vestiduras por cualquier asunto por ser “moderno” debe entender que todo en esta vida evoluciona. Que dejamos atrás la purpurina Titán -que aún sigue dando vuelta en algunos casos- para construir proyectos sólidos en el plano artístico con diseñadores con gusto, estilo y conocimiento.

Que hay tareas pendientes por miles, pero que ninguna de ellas se puede achacar a los jóvenes. Al revés. Pues son ellos, por siempre, los que han estado ahí para hacer lo que se les ordenara. Por eso solamente podemos celebrar ahora que la juventud y el gran cambio generacional de los últimos años ha enganchado con la Semana Santa en Málaga. Que hay vida más allá de lo ochentero y que la labor de todos durante la última década tiene hoy sus frutos pues la generación de jóvenes de 18-20 años ha abierto la puerta, ha entrado y está trabajando y construyendo ya la Semana Santa de Málaga del futuro. Desde los varales, en las filas nazarenas, frente a un lienzo, una cámara de televisión o en una albacería. Valorando siempre el pasado, la labor de los antecesores y con humildad. Ésa que no siempre demuestran algunos mayorcetes que protestan por absolutamente todo desde la supuesta atalaya de superioridad moral y de conocimiento auto otorgada por ellos mismos.

Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Y en la Semana Santa es una evidencia. Solamente hay que echar la vista atrás. Y ver vídeos de hace 20 años. Y ver esos tronos, esos hombres de trono, esos nazarenos, esas calles y esas sillas y tribunas. ¿Quién anhela eso? ¿Quién echa de menos cosas peores? ¿Los más mayores? ¿O los más cortos? Apuesto por la última opción. Menos mal que están nuestros JASP cofrades. Jóvenes aunque sobradamente preparados. Viva Málaga.