Málaga de un vistazo

Más fallos sin equivocarse

Jordi Cánovas

Jordi Cánovas

Hay personas que cometen numerosos errores, algunos graves, otros leves y muchos contra los demás y que sin embargo nunca sentirán que se equivocan, ni admitirán tal cosa, ni siquiera de cara a la galería, porque les gusta posar guapos e invencibles siempre y el error es un filtro que afea las fotos en su galería selecta y vanagloriosa. Son personas rodeadas de otras tantas que les dan siempre la razón, como el espejo de la bruja de Blancanieves, su círculo les devuelve la imagen que ellos imaginan y si no, lo rompen y recomponen. Al final, un error sin consecuencias puede parecer un acierto y acaba siéndolo si los que tratan de que admitas el fallo fallan por no admitirlo, y los equivocados terminan siendo éstos, los que insistían, por insistir y por tener que dejar de hacerlo. La gente que nunca se equivoca no aprende de sus errores sino a equivocarse. Pero claro, cabe preguntarse también dónde está el fallo cuando algo funciona, cuál es el error si tras decir, hacer o decidir algo los que sufren las consecuencias son otros a los que no se les presta atención.

Si uno consigue o mantiene lo que quiere, aunque sea a base de claros errores y fallos, es muy complicado que admita estar equivocado, son los demás los que no entienden que el fin justifica los medios y que no hace falta que se justifiquen ellos mismos de ninguna manera y en ningún medio. El éxito es la prueba misma de la razón, si tienes votos, visitas o subscriptores a millones, cómo lo vas a estar haciendo mal. Los aplausos del teatro apagan los abucheos de afuera. Pero hay que tener cuidado, porque un día los votos se pierden, las visitas bajan y los suscriptores no renuevan y entonces todos los errores te reflejan de frente porque alrededor no queda nadie que los tape.

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