El contrapunto

La gran señora de Chatsworth

Siempre desearé regresar a Chatsworth, el segundo Versalles de Europa, según Charles de Saint-Amant. Y ahora más que nunca. Pues no deja de ser uno de los lugares mágicos de Inglaterra

Chatsworth House

Chatsworth House / Wikipedia

Rafael de la Fuente

Rafael de la Fuente

Me llegó del actual duque de Devonshire, como a muchos otros amigos y admiradores de Chatsworth, el mensaje de agradecimiento de la muy ilustre familia por las condolencias recibidas por el reciente fallecimiento de su señora madre, la duquesa viuda de Devonshire. La “chatelaine” de Chatsworth falleció un 24 de septiembre. Tenía 94 años. Siempre desearé regresar a Chatsworth, el segundo Versalles de Europa, según Charles de Saint-Amant. Y ahora más que nunca. Pues no deja de ser uno de los lugares mágicos de Inglaterra. El palacio, un inmenso, elegante y algo caótico museo, con deslumbrantes obras de arte y objetos fascinantes repartidos por sus 297 habitaciones, tiene la mejor biblioteca privada del Reino Unido. Eso ya merece un respeto. Los jardines, espléndidos, fueron obra del maestro Capability Brown y posteriormente de los toques de Sir Joseph Paxton.

Se encuentra Chatsworth en uno de los rincones más hermosos del Peak District del Derbyshire inglés. La duquesa viuda, de soltera Miss Deborah Mitford, fue la más joven de las legendarias seis hermanas Mitford. Gloria bendita de Inglaterra, todas ellas. Contrajo matrimonio en 1941 con Andrew Cavendish. La boda con el que más tarde sería el undécimo duque de Devonshire, la convertiría inicialmente en la gran señora de siete mansiones. Las más importantes fueron Chatsworth y Hardwick Hall, esta última también en el Derbyshire. Fue terminada la construcción de ese austero palacio isabelino, un muy interesante predecesor de Chatsworth, en 1597. Hardwick Hall fue el fruto de la iniciativa de otra gran mujer, Lady Bess of Hardwick. Ilustre antepasada de los Devonshire. Fue la mujer más rica del Reino Unido, después de Isabel I, la que fuera la Reina de Inglaterra y némesis de nuestro admirable y prudente monarca, Don Felipe II. En 1956 Hardwick Hall tuvo que ser cedido a la Hacienda Británica para pagar parte de los colosales impuestos generados por la herencia del décimo duque.

Y ese fue el momento estelar en la larga vida aquella gran dama que ahora evocamos con admiración y un inmenso respeto. La duquesa viuda – no en vano era una de las hermanas Mitford – trabajó muy duro para salvar las glorias que eran el patrimonio de Chatsworth. Sin ningún tipo de experiencia empresarial, gestionó con buen pulso y milagrosamente bien el legado que había recibido. Aunque a lo largo de aquel nunca fácil camino se tuvieron que vender algunas de las obras de arte del palacio y y algunos que otros terrenos de los alrededores. Al final Chatsworth se salvó. Y sobre todo la duquesa consiguió que Chatsworth no necesitara para sobrevivir, ni ayudas estatales ni subvenciones. Aquella dama que disfrutaba tanto cuidando a sus pundonorosas gallinas convirtió a Chatsworth en un negocio rentable que se financiaba a sí mismo con las entradas que pagaban los turistas y los visitantes del palacio y las ventas de sus prodigiosas tiendas de souvenirs.

Con motivo de la Exposición Internacional de Zaragoza de 2008 tuve el honor de colaborar en un magnífico libro que la Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales de España publicó en honor de ese acontecimiento. Un servidor cababa de estar en Chatsworth. Creí que les debía un pequeño homenaje, a los Devonshire y sobre todo al sexto duque y a su fiel amigo y jardinero, el gran Sir Joseph Paxton (1803-1865). Ennoblecido por la Reina Victoria, por haber diseñado el célebre Crystal Palace de la Exposición Universal de Londres de 1851, inspirado por el invernadero del jardín de Chatsworth, el Grand Conservatory. Dicen que Sir Joseph alcanzó la nobleza gracias a la insistencia del Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo, consorte de la Soberana británica. El Príncipe Regente y Paxton se habían conocido en Chatsworth. Siempre supo que aquel pundonoroso Head Gardener sería capaz de construir un inmenso edificio de hierro fundido y vidrio, sin precedentes en la historia de la gran arquitectura. Parece que la reina creyó que aquellos honores eran excesivos para un jardinero. Dejó esto escrito en su diario: “Es asombroso, y por lo tanto excepcional, que los inferiores se atrevan a volar tan alto.” Por eso pensé que le debía aquel modesto homenaje a Chatsworth y a Sir Joseph Paxton, un ser humano extraordinario. Como lo fue cada día de su vida la legendaria Deborah Mitford, la duquesa viuda de Devonshire. La gran dama que salvó a Chatsworth, el otro Versalles de Europa.