Tribuna

Andalucía, una gran personalidad con acento

Al menos hemos pasado esa época (¿la hemos pasado?) en la que las chachas o los quinquis eran los del acento andaluz en las series y películas

La Juani de Médico de familia, la última chacha andaluza de la televisión

La Juani de Médico de familia, la última chacha andaluza de la televisión / L.O.

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Catalanes, vascos y gallegos tienen lengua propia. Nosotros tenemos acento. Con el paso de los años, ni la bandera ni la gastronomía, ni el flamenco o el himno y ni siquiera el carácter (cuestión peliaguda y plagada de tópicos) se ha erigido como gran seña de identidad y unión. No. Ninguna. Es el acento. Nuestra manera peculiar y correcta, distinguida aunque a veces áspera y economicista en terminaciones y número de palabras, de hablar el español. La última encuesta que ha realizado el Centro de Estudios Andaluces, un CIS pero sin Tezanos, afirma que el habla, el acento, es el rasgo principal con el que se identifican los andaluces. Por encima de cualquier símbolo institucional. Ya salió este resultado en la encuesta del año pasado. El sondeo también recoge el enorme enfado que cogemos si alguien nos hace de menos por nuestro habla. Si alguien se burla o si se erigen estereotipos hirientes. Al menos hemos pasado esa época (¿la hemos pasado?) en la que las chachas o los quinquis eran los del acento andaluz en las series y películas. Por cierto que el cine andaluz pasa por una buena y personalísima etapa recogiendo onda de producciones como ‘Grupo 7’, ‘La isla mínima’ o ‘El niño’.

Quién sabe si con el acento (variado, no unitario, diverso) hemos encontrado un pequeño paliativo de la desvertebración proverbial, de los localismos y las luchas cainitas. Incluso adánicas. La mayoría de andaluces, el 55% se sienten tan de su provincia como de Andalucía. La provincia, ese invento administrativo decimonónico de Javier de Burgos, pesa mucho en el inconsciente. Es toda una división /barrera mental, un patriotismo que no decae. No solo aquí. En no pocas autonomías, como Castilla y León, el sentimiento regional es tirando a nulo, pesando mucho más el hecho de ser vallisoletano, burgalés o leonés, por ejemplo.

En el lado negativo, otra gran percepción que refleja el Centra estriba en que Andalucía no tiene peso en el conjunto de España. Aquel «pugilato» de las regiones o ciudades del que hablaba Blas Infante sigue vigente, pero vamos perdiendo. La coyuntura política importa e influye y en la actual, no pocos opinan que los nacionalismos históricos se arriman el ascua y quieren además todas las sardinas. Hay demasiadas concesiones a Cataluña y un sistema privilegiado de financiación para el País Vasco. Eso y otro dato objetivo: Andalucía ha progresado en todos los órdenes y parámetros lo que no está escrito desde que su Estatuto fuera aprobado hace décadas. Pero es que las demás autonomías también y algunas a más ritmo. El Gobierno actual trata de insuflar autoestima pero salarios, calidad de empleo, industrialización, sanidad, informe Pisa, PIB, etc reflejan una y otra vez quienes son siempre los cinco o seis primeros, quienes en casi todos los listados los últimos. Por mucho que haya ciudades de moda con una atracción para el turismo y el emprendimiento tecnológico brutales, como Málaga. Con todo, la respuesta sí a la pregunta de si estamos mejor que hace unos años es mayoritaria. Y se cuela un preocupante 47% de andaluces que opinan que la democracia funciona mal. Eso es caldo de populismos, oportunistas o antisistema. No debe ser algo privativo de Andalucía, lo que lo hace aún más irritante. Está por ver si es (auto)crítica o desencanto. Y si se acentúa.