Opinión | Viento fresco

El doble de Rubiales

Lo confundieron en Barajas y casi lo detienen: ¿cómo habrá contado esa historia en casa?

Confunden a un hombre con Luis Rubiales en Barajas

PI STUDIO

Ayer en Barajas confundieron a un hombre con Rubiales y por poco lo detienen. Llegó el vuelo de Punta Cana y de él bajó un señor alto, afilado y calvo. Pero no era Rubiales. Se armó el lío. Hay que buscar a ese hombre y que nos documente su experiencia. «Fui el otro Rubiales por un momento», podría titularse el testimonio, que sin duda acumularía clicks, pinchazos, audiencia, lectura. El no Rubiales, tras el susto, llegaría a casa y contaría lo sucedido. Tal vez comenzó la historia diciendo: no te vas a creer lo que me ha pasado. O a lo mejor eligió un: siéntate, que verás lo que tengo que contarte. Malos tiempos en los que un cuento no comienza con «un érase una vez». El asunto del doble ha dado mucho juego literario. Y muchas confusiones. Se decía que Franco tenía un doble. Y Stalin, veinte. En la novela Noticia bomba (1938), de Evelyn Waugh (1938), el director de un periódico confunde a un intrépido, aventurero y acreditado periodista con el sedentario y apacible colaborador que envía de cuando en cuando una columna sobre jardinería. Se llaman igual. Y por error manda al segundo a África a cubrir un conflicto. Rubiales tiene un conflicto y un doble. Si tienes más de un doble es que eres un tipo vulgar. Todos tenemos alguien exactamente igual a nosotros en el mundo, afirma cierta gente. Yo por mi parte bastante tengo con encontrarme a mí mismo como para ir buscando un doble.

La noticia del doble de Rubiales corrió como la pólvora, pero más debió correr el no Rubiales para llegar a su casa y ponerse un implante de pelo. Para los que creen que el físico determina el comportamiento, igual que lo creía Cesare Lombroso con sus sugestivas teorías sobre la arquitectura corporal de los criminales, sería interesante estudiar cuánta gente con el físico parecido al de Rubiales viaja a Punta Cana. O lo que es lo mismo: si ser gordo te predispone a ir a Euro Disney o el ser bajo te inclina a Nueva York o si el ser un piernas te hace apetecer Caribe. Rubiales jugó a doble o nada y el órdago le salió mal. Aunque bien visto, que le quiten (en Punta Cana) lo bailao.