Opinión | Viento fresco

Comodines

Se habla más de la final de Copa que de las (3) elecciones

Sánchez y Zapatero.

Sánchez y Zapatero. / EFE

Pedro Sánchez se fue este jueves al Valle de los Caídos. Nadie lo esperaba. De repente. Como el que va de excursión improvisada. No se sabe si fue un acto de necrofobia, de campaña o de curiosidad. O un repentino ataque de estrategia parido por un asesor desvelado: presidente, vete al Valle, que eso los pone de los nervios. A veces la izquierda saca el comodín de Franco como la derecha saca el de ETA. Nos vamos a hartar de oír hablar de ETA en esta campaña vasca, que acaba de comenzar y de la que, por ahora, se habla poco incluso en Euskadi. ¿Por qué? Porque todo el mundo habla de la final de Copa. Ayer este cronista (nótese que vendemos mercancía fresca y de primera mano) vio en Sevilla ya a grupos y grupos de hinchas del Athlétic vagando por los veladores, trasegando Cruzcampo, deambulando por Santa Justa, explorando Los Remedios, tomando posesión de Triana. Sevilla es Euskadi con más albero. Unos 70.000 rojiblancos va a recibir la ciudad hispalense. Los del Mallorca son más discretos o llegan el día del partido. El Mallorca y el Bilbao no son las dos Españas, pero representan dos periferias interesantes que le pueden enseñar mucho a los centralistas o partidarios de un país uniforme.

También a la inversa: podemos aprender qué no hacer viendo las ideas de ciertos nacionalistas trabucaires, carlistones y reaccionarios de algunos de esos y de otros territorios. No sabemos dónde va a ir pronto Sánchez aunque parece que, claro, al País Vasco a hacer campaña. Si el Bilbao gana la Copa tal vez eso provoque un estado de vascoeuforia que podría alentar más alegría en el voto. Esta última frase no estamos muy seguros de qué quiere decir o qué es el voto alegre, si bien el cronista tiene interiorizado cuál es el voto cenizo.

Tanto el PNV como Bildu quieren sacar la gabarra igual que Sánchez ha querido sacar a los dictadores del Valle de los Caídos. No estamos a salvo de nuevos sobresaltos pero sí a tiempo de ver la final de Copa. Y de ver cómodamente los comodines de unos y otros. No desde la equidistancia. Desde un palco.