Opinión | El Jugador Número 13

Marca de la casa

Ibon Navarro anima a su equipo el domingo ante el Baxi Manresa.

Ibon Navarro anima a su equipo el domingo ante el Baxi Manresa. / Siu Wu

Sólo tengo claro una cosa a día de hoy: lo importante es el partido de esta tarde en Patras, donde el Unicaja se juega el pase a la Final a Cuatro frente al Promitheas, lo demás es accesorio. Pero también tengo otra cosa en la cabeza: carpe diem y a disfrutar este momento que hace tan poco tiempo nos parecía ciencia ficción.

Como en muchas ocasiones, el viaje que ha traído al equipo hasta aquí es casi más bello que el destino actual, porque aparecer en primera posición de la clasificación de la Liga ACB es algo que hace muy feliz a mucha gente y que demuestra que se está en un camino correcto.

Para confirmar algo que se esperaba hace un tiempo, el liderato en la clasificación, aparte de vivir ese momento único en la historia y que sienta cátedra en las vidas de los mortales como es asistir a un clásico Barça-Real Madrid (bromas aparte, ése que se puede repetir hasta en 16 ocasiones esta temporada), hubo que vencer en Manresa al equipo que había derrotado a los blancos la jornada anterior en su cancha. Y la verdad, el inicio de la mañana sonaba a otras cosas vividas anteriormente.

Porque el inicio del partido se parecía tremendamente al del play off de la FIBA BCL de la temporada 2021/22, esa que terminó con muchos aficionados autoexpulsados del pabellón. Pero lo cierto es que el Unicaja de ahora funciona de otra manera. Al enfocar un tiempo muerto en el primer cuarto, alguno pensaba que la pizarra iba a volar contra la cabeza de algunos jugadores que parecían impostores con respecto a lo que nos tienen acostumbrados, pero Ibon Navarro hizo de sí mismo y el equipo sacó un partido complicadísimo con victoria.

Algún día, el entrenador vitoriano dejará Málaga y el club. De momento, su sello está impregnando tanto que no hay discusión. Sin alardes tácticos, tirando de la gestión del plantel como señal identificativa, sin fórmulas magistrales, a base de darle al grupo una identidad que lo ha terminado sacando de la mediocridad, de un rendimiento inane y llevándolo a que la definición de equipo sea identificable.

Hemos conocido mucha declaración de intenciones sobre baloncesto colaborativo, declaraciones facilonas sobre «la preponderancia del grupo», «todos son importantes»... O sea, mucho humo, porque lo difícil es ponerlo en práctica y desarrollarlo de manera eficaz, más allá de la entrevista o de la rueda de prensa.

Si analizamos los últimos ceses de entrenadores en la Liga ACB, Carles Durán en Joventut y Álex Mumbrú en Valencia Básket, especialmente en el último caso, tenemos un ejemplo claro de lo que es que no haya unión entre banquillo y plantel, o cómo se le hace la cama a un jefe, porque si no, es complicado explicar cómo se pasa de anotar 69 puntos ante ASVEL en Euroliga a anotar 62 en la mitad de tiempo frente a Baskonia solo dos días después.

A día de hoy, la forma de gestionar el grupo y desarrollar el trabajo de Ibon Navarro está resultando casi imposible de mejorar, lo cual quiere decir que lo mismo nos encontramos que, como esto es deporte, el equipo empieza a perder partidos y todo se queda en nada. Pero, no sé cómo lo ven ustedes, adoro volver a estar metidos en estas situaciones cuándo empieza a verse esa parte de la temporada en la que arriba están los que han hecho bien el trabajo a lo largo del año. La pelea no es por adecentar un resumen del año y, sobre todo, no hay que pensar en el verano como la mejor medicina para olvidar de dónde se viene. Resumiendo: es una gran alegría.

Este curso, el Unicaja lleva en zona de play off toda la temporada, excepto tres jornadas. Parecerá poca cosa, pero no hay que olvidar que en los tres cursos anteriores quedó en los puestos 12, 11 y 10 de la clasificación. Y fijando más el dato, el club de Los Guindos lleva esta temporada el 82,1% de las jornadas entre los cuatro primeros.

No se trata de hacer de abogado o de «#BestFriendForever» de Ibon Navarro (que ya tiene bastante con esa pinta de ser el yerno ideal) e intentar bajar algo el nivel de euforia que se puede estar viviendo gracias al liderato, porque hasta que no llegue el 30 de junio no acaba la temporada 2023/24, y no se ha ganado nada, pero Ibon, ¿qué te digo?, que nos hacía falta poder disfrutar de esto, en lugar de mirar si ganan los que vienen escapando del descenso y ocupan la plaza cajista en el play off, de verdad.

Que sí, que aquí somos buena gente y queremos que este club de nuestros desvelos esté arriba y entendemos que los que forman parte de él son los mejores y trabajan para ello. Por eso, hay veces que nos creemos que son capaces de todo y naturalmente que nos equivocamos, pero creo que la ilusión está merecida, sobre todo porque algo de fundamento tiene.