Opinión | El jugador número 13

Un abrazo merecido

El Unicaja está buscando recuperar desde hace varias temporadas la plaza en Liga LEB, que abandonó por voluntad propia

A principios de julio de 2013, en este medio, se daba luz a la noticia en la que el Unicaja planificaba ya que el segundo equipo del club (ese Clínicas Rincón al que echamos tanto de menos) jugara en Liga EBA, dejando de lado cualquier oportunidad de jugar en LEB Oro o Plata.

En esa noticia, se hablaba sobre la firmeza de la decisión del club de Los Guindos y que, pese a una reunión que aún no se había producido entre los dirigentes de ambos clubes, Eduardo García y Manolo Rincón, la decisión era inapelable e inamovible.

En esa misma semana, en la tertulia de baloncesto de la Cadena Cope, Emilio Guerrero llevó a Manolo Rincón y publiqué esta columna con el nombre de «Uno de los nuestros», refiriéndome a la noticia y a las personas indicadas.

Las consecuencias fueron que el Unicaja no ha vuelto a contar con su filial más allá de la cuarta categoría, Emilio Guerrero fue calificado de «sectario» por parte de algún integrante (entonces) del club y yo, desde el mismo sitio, recibí la correspondiente dosis de calificativos agrios por considerarme algo así como un traidor a la causa. No hay como dar en público una opinión que difiera de la versión oficial para ver dónde está el nivel de la tolerancia.

Este pasado sábado, Manolo Rincón recibió un homenaje por parte del Unicaja en su primer partido como líder en la ACB y por parte de EBG en el All Star minibasket masculino 2024.

Que Manolo Rincón merecía este homenaje es tan obvio como decir que en Málaga tenemos playa. Que ha llegado muy tarde, para mi parecer, también.

Tenemos muy presente la necesidad de patrocinadores fuertes, de gente que se asome a nuestro deporte con la certeza de venir a perder dinero (sí, no hay otra forma de expresarlo) solo porque le guste nuestro deporte, que encima esté lo suficientemente loco de darle la suficiente duración a esa neurosis para aguantar los sopapos, a pesar de llegar con la mejor de las intenciones, además de la aportación a fondo perdido. A Manolo para mí lo puedo meter en ese saco con gente como el añorado Alfonso Queipo de Llano o esa viga maestra en un proyecto de Euroliga como es Valencia Basket en la figura de Juan Roig, cosa muy diferente de esa clase de dirigentes que sólo están para calentar el palco, expoliar el catering y salir en las fotos.

¿A que lo tenemos claro? Pues desde dentro de nuestro Club Baloncesto Málaga se tuvo entonces la brillante idea de quitarlo del entorno del club, vamos, de expulsar al bueno de Manolo Rincón, el cual incluso estuvo a punto de sacar al equipo en LEB Plata con la única aportación de su bolsillo, al margen del Unicaja, lo cual hubiera sido un bochorno más.

Al empresario se le enseñó la puerta de salida y se le empujó hacia ella sin problema alguno, sin remordimiento de conciencia. Con esa aportación se contentó puntualmente la exigencia del entrenador del primer equipo y se descabezó parte de la estructura de cantera, dándonos paso a una nueva versión del mantra que justificaba la no aparición de jóvenes en el plantel ACB.

No había problema alguno en decir que el salto entre LEB Plata y ACB era demasiado grande, sobre todo por las aspiraciones que se nos vendían del primer equipo. Al estar aún más abajo, no sólo se agrandaba el salto, sino que se añadía que el desarrollo del jugador se quedaba sin completar al poner el techo demasiado cercano, o sea, la tormenta perfecta habiéndola provocado desde dentro para luego lamentarse.

Todo el mundo sabe el resto. Manolo pasó a apoyar (entre otros) al Balonmano Costa del Sol y fue culpable directo de la salvación económica de las ‘panteras’ y uno de los responsables de la aparición del club en primera línea competitiva. Ahora ha recibido un homenaje que siempre se nos quedará corto para lo que él merece por lo aportado al deporte.

Este homenaje ha dejado claro que la forma de funcionar del Unicaja actual tiene muy poco que ver con el de hace relativamente poco (menos mal) y todo ello al margen de lo que ocurra en la cancha, que es con lo único que solemos quedarnos, pero es algo muy importante para la riqueza y el valor que pueda tener la sociedad deportiva que pretenda representar al mayor número de personas de su entorno. Seguro que Manolo agradece tanto el homenaje en la cancha central del Palacio de los Deportes como el abrazo de los participantes del torneo en las canchas de EBG en Los Guindos.

Más allá de lo paradójico que resulta que el Unicaja esté buscando recuperar desde hace varias temporadas la plaza en Liga LEB, que abandonó por voluntad propia, es de agradecer el cambio visto, y no sólo en la cancha. Aunque la «paz social» se pueda entender como una de las consecuencias del éxito deportivo, una de las claves es acertar que cada uno desde su ámbito pretenda hacer su trabajo mejor que el día anterior y, para ello, estar rodeado de los buenos es imprescindible.

Y Manolo, uno de los buenos, y que quiso estar con nosotros, siempre fue de los nuestros.