Opinión | Viento fresco

La muerte del periodismo

León Gross indaga en su libro en cómo una política sin contrapoder degrada la democracia

Un lector de prensa escrita.

Un lector de prensa escrita. / L. O.

La muerte del periodismo, de Teodoro León Gross (Deusto). Un libro necesario. Interesante, nutritivo y documentado. Con una tesis sugestiva: el periodismo como contrapoder ha sido derrotado por la política, que ha entendido y aprovechado su debilidad. También por eso la política es ahora peor. Menos vigilada. Pero no sólo la política: en la caída del periodismo como se percibía en España hace décadas, fuerte, independiente, fiscalizador, poderoso y con prestigio, ha influido también la propia torpeza de editores y periódicos, la eclosión de internet y las redes (que propician el tribalismo, los mensajes sin matices y la exclusión del otro), el clickbait, y en un orden menos técnico, la conversión de no pocos rotativos, radios o televisiones en terminales de repetición de las tesis de un partido u otro.

El libro incumbe no solo a periodistas o interesado en los medios y la comunicación. También a quienes les importe el deterioro de las democracias liberales y de las instituciones. Particularmente en España. Para consuelo, León Gross nos recuerda que, salvo en periodos como la Transición, la prensa casi nunca tuvo una salud de hierro ni se libró de la injerencia política y para dar idea de ello traza un fresco de los avatares de los periódicos desde sus albores hasta ahora, recordando por ejemplo la situación en el revoltoso siglo XIX, los vaivenes del XX, incluida la llamada edad de oro de los escritores en periódicos como Camba, Pla o Chaves Nogales o el tétrico panorama informativo del franquismo. Al hilo de esto se pregunta melancólicamente: en realidad, ¿qué etapa del periodismo echamos de menos? «La principal mercancía de un periódico no son las noticias; es la credibilidad», nos recuerda Gross citando a Philip Meyer. El volumen incluye también un análisis de los gabinetes de prensa y relaciones públicas, así de como de su creciente presencia y unas más que interesantes páginas sobre la influencia del trumpismo en los medios.

En toda esta competencia por la atención, en un mundo plagado de incentivos, estímulos y entretenimiento, el periodismo es una competición. Compiten por atraer en una dinámica que se ha denominado ‘carrera de caballos’: quién gana, quién va perdiendo. Pese al título, «Tal vez sea precipitado extender el certificado de defunción del periodismo, aunque cuesta no emplear un tono elegíaco», afirma el autor, profesor, articulista y director y conductor del espacio Mesa de Análisis de Canal Sur TV, que atesora la experiencia de haber escrito en El País, El Mundo, El Español y ahora ABC, entre otros. Precipitado decir que el periodismo ha muerto, sí, tal vez, porque hay otros, de otro tipo, pero difunto sí está -con alguna excepción, claro-, para dar paso a otra cosa, ese periodismo político influyente y alejado de la dependencia de las instituciones. De lo que digan y paguen.