Opinión | Elecciones vascas
PNV y Bildu ganan el baile de debutantes
El PNV tropieza con una cuña de la misma madera a la hora de consolidar su medio siglo de hegemonía, solo interrumpida por un paréntesis de Patxi López que hoy parece inverosímil
![El candidato del PNV a Lehendakari, Imanol Pradales](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/543cd509-6169-467b-8fed-9c81040378be_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
El candidato del PNV a Lehendakari, Imanol Pradales / Iñaki Berasaluce - Europa Press
Las elecciones vascas se parecen al fútbol según Gary Lineker, porque participan diversos partidos y siempre gana el PNV (País Nacionalista Vasco), como Alemania en el balompié. De ahí el shock sin precedentes de la igualada a 27 diputados con Bildu, otra marca de matriz vasca además de heredera del terrorismo y sin duda el partido más radical del Estado.
El PNV tropieza con una cuña de la misma madera a la hora de consolidar su medio siglo de hegemonía, solo interrumpida por un paréntesis de Patxi López que hoy parece inverosímil. Entre los vencedores de las elecciones, el PSOE mantiene la condición de árbitro, pero ahora con el riesgo de desairar a cualquiera de los dos aspirantes, que puede tomarse cumplida venganza en Madrid. Con sus doce diputados para afianzar la mayoría soberanista en 38, los socialistas eligen pareja en el baile de debutantes ganado por PNV y Bildu al alimón, porque todos los partidos con escaño estrenaban candidato a excepción de Vox. La ultraderecha moderada se mantiene gracias a la distorsión geográfica que iguala la representación de las tres provincias vascas, y su resiliencia le plantea un problema adicional al PP.
El PSOE puede refugiarse en los treinta mil votos de ventaja del PNV sobre Bildu, para mantener la estabilidad vigente. Este factor no disimula los cuatro diputados extraviados por el partido vasco antes hegemónico, que solo en una ocasión fue superado por el socialismo de Felipe González. En cambio, Bildu ha demostrado que no funciona solo como una liebre para el triunfo ajeno. Sube con o sin ETA, al aumentar su cosecha en los seis diputados que pierde Podemos, para dejar las migajas a Sumar. El traspié de Otxandiano en Madrid no repercute en su feudo, salvo para quienes consideren que su ascenso estratosférico es una hazaña insuficiente. Y cabe recordar que Cataluña lleva más de una década gobernada por el equivalente de PNV/Bildu.
Pese a la diseminación progresista, la izquierda obtiene la mayoría absoluta por 40 a 35 escaños. Feijóo se ha estancado en Euskadi pese al apoyo del vasco Koldo. Subir un escaño y soportar la permanencia de Vox no concuerda con la mayoría absoluta prometida por las encuestas en el Congreso. Cuesta imaginar que un partido ganador en España sea la cuarta fuerza política, y sin papel alguno, en una nacionalidad histórica. A nadie se le ocurriría equiparar a los populares con el indestructible PNV, pero Génova ha de explicar que Bildu coseche tres votos por cada uno del portaviones de la derecha.
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