Opinión | Tribuna

Un Vaticano contemporáneo

Bruselas es como un Vaticano contemporáneo. Sin obispos, pero con directores generales. Los burócratas de Bruselas son los purpurados de siglos pasados

Parlamento Europeo

Parlamento Europeo / L.O.

La última vez que pisé Bruselas tenía diez años menos. Ella y yo, pero por ella ha pasado mejor el tiempo. Por aquí no ha cambiado nada, sólo he cambiado yo. Es duro darse cuenta de que no es atractivo sentarse en el Delirium rodeado de chavales ávidos de cerveza... como el que vino hace diez años siendo yo. Ahora, con una década más en el espejo, Bruselas se me aparece menos como la capital de la juventud perdida y más como un escenario de intrigas políticas, un tablero donde se juega el futuro del continente.

Bruselas es como un Vaticano contemporáneo. Sin obispos, pero con directores generales. Los burócratas de Bruselas son los purpurados de siglos pasados, vestidos no con sotanas sino con trajes de corte impecable y la Surface siempre debajo del brazo. Aquí, las decisiones se toman en meetings y en vez de vino de misa se bebe café -en horario laboral, claro-. Los concilios son cumbres interminables y los peregrinos, en vez de una concha de vieira, llevan un lanyard colgado con su tarjeta identificativa.

Y eso es bueno, porque en este Vaticano moderno, aunque puede parecer algo despegado de la realidad, se escucha la voz de los europeos que se interesan. El problema quizá está más en que hay pocos europeos concernidos de la relevancia de las decisiones que se toman aquí. Y se toman medidas para que nos enteremos en el terreno, pero a veces estas medidas se dan de bruces con el desconocimiento de la relevancia de las instituciones. La Unión Europea, con todos sus defectos y virtudes, sigue siendo una gran desconocida para el ciudadano común, más discutida en teoría que comprendida en la práctica. Es un relato que necesita más y mejores narradores.

En un mes estaremos votando. Aunque en cada país la peleíta acabe siendo la de los partidos locales, hay que mirar a través del forraje para ver el bosque que hay detrás. Estas elecciones no son un simple referéndum sobre políticas nacionales, sino un punto de partida para el futuro que es más incierto que nunca. Como electores, tenemos que ser capaces de apartar ese anecdotario patrio para entender de forma madura qué nos jugamos el 9 de junio. ¿Qué Europa queremos?

#UseYourVote or others will decide for you. Este lema de las elecciones al Parlamento Europeo, un eslogan puramente político, porque estos son los comicios más políticos desde que existe la Unión. El mensaje es sencillo: vota para evitar que la democracia peligre. En época de ultras, euroescépticos financiados por intereses externos, bulos y desinformación el voto a Europa es más importante que nunca. Hoy es el Día de Europa, pero en un mes será nuestro día para ser Europa.

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