Opinión | La vida moderna Merma

Málaga se va

A diferencia de muchas otras hermandades, la de Málaga ha mantenido desde sus inicios un estilo distintivo y refinado, con una calidad y esplendor que destacan desde el principio.

Málaga ya está de Camino al Rocío

Málaga ya está de Camino al Rocío / Eduardo Nieto / LMA

En Málaga, se observa de siempre una tendencia peculiar: la adopción y promoción de tradiciones que no son necesariamente locales ni propias. En ocasiones puede resultar desconcertante presenciar esto, ya que se pudiera percibir una falta extraordinaria de criterio, conocimiento y personalidad.

Incluso -y quizá sea aún más curioso todo- estas tradiciones foráneas se fusionan con las propias, creando híbridos desconcertantes que provocan una reacción instantánea en ciertos sectores.

Sin embargo, así como hay aspectos que invitan a huir despavoridos, también existen elementos que enaltecen a esta tierra, mostrándonos cómo hacer las cosas correctamente y llenándonos de orgullo por Málaga y sus auténticas tradiciones.

Un ejemplo notable es la Real Hermandad del Rocío de Málaga.

Para aquellos menos familiarizados con el tema, el Rocío es una de las romerías más antiguas del mundo, con una participación masiva y un nivel de complejidad organizativa que, en mi opinión, desafía las posibilidades de perfección.

Su origen se remonta al siglo XIV y siempre ha tenido su epicentro en el triángulo formado por Sevilla, Cádiz y Huelva. A lo largo de los años, especialmente en las últimas cinco décadas, esta romería ha experimentado un crecimiento significativo en el número de hermandades participantes.

«Agarrao a tus varales Rocío te voy rezando, pa qué quiero catedrales si yo te rezo llorando». En el Rocío, la poesía y el folclore son abundantes. Sin embargo, encontrar el equilibrio adecuado para evitar que la hermandad se desvíe hacia lo trivial y superficial, o se sumerja exclusivamente en la solemnidad, es un desafío constante.

Es digno de mención el documental «Rocío», realizado en los años ochenta por el director Fernando Ruiz Vergara, que revela el origen y la evolución de una festividad inicialmente clasista y conservadora. La comparación con la actualidad demuestra la evolución y la madurez de la Romería, haciéndola merecedora de respeto. Curiosamente, este documental fue censurado en varios lugares debido a sus opiniones contundentes.

Málaga se va

Málaga se va / Gonzalo León

Es en esta década de los ochenta cuando se establece la Real Hermandad del Rocío de Málaga, como una filial de la de Almonte.

A diferencia de muchas otras hermandades, la de Málaga ha mantenido desde sus inicios un estilo distintivo y refinado, con una calidad y esplendor que destacan desde el principio.

Una de las personalidades singulares de esta hermandad y su origen, Manolo Pineda que en paz descanse, merece un reconocimiento especial por su labor. Pineda, un artista malagueño versátil, dejó una huella imborrable como presidente de la corporación, especialmente durante la etapa en la que se elaboró la impresionante carreta de plata del Simpecado, diseñada por el artista local Fernando Prini. Esta obra de arte, de un valor artístico y una calidad excepcionales, supera en muchos aspectos a la mayoría de los tronos procesionales de la Semana Santa malagueña.

Durante el mandato de Pineda, la hermandad experimentó un crecimiento significativo en número de miembros y carretas, manteniendo siempre una identidad distintiva y original. Este período también fue crucial para obtener el reconocimiento de las autoridades locales, convirtiendo a la Hermandad de Málaga en una institución social respetada y reconocida en la ciudad.

En las últimas décadas, bajo el liderazgo de David Paniagua, recordamos a una hermandad que se ha consolidado en su estilo y mejorado en su imagen, asumiendo con elegancia su grandeza y representando a Málaga de manera ejemplar en el Rocío. Hoy en día, son admirados y respetados por su trabajo y dedicación, demostrando que Málaga es capaz de brillar con luz propia en cualquier escenario, incluso en uno tan exigente como el Rocío.

En su último día de camino hacia la aldea, muchos de los nuestros cruzan el Ajolí, con la carreta de plata y el simpecado, los frontiles de los bueyes decorados con las espadañas de las iglesias malagueñas y la cinta del sombrero con el nombre de nuestra tierra.

Estas personas representan a la ciudad con orgullo y dignidad, llevando consigo la esencia de su tierra y demostrando que el respeto y la admiración se ganan con trabajo duro y dedicación. Es un honor ver a Málaga brillar en el Rocío, gracias al esfuerzo de sus hijos que han convertido a esta hermandad en un símbolo de excelencia y tradición en toda Andalucía.

Todo es mejorable en esta vida. Por supuesto. Todo es sensible de tener una versión más acorde, propia y elegante. Por supuesto. Todo es posible. Pero la realidad es que, al ver a Málaga en el Rocío, a pesar de todo, sigue dando ese calambre que se crea cuando tienes cerca algo que quieres, admiras o sientes propio.

Suenan siempre ecos del pasado. Mezclados con el futuro. En una ecuación en ocasiones desconcertantes, pero siempre positivas con el resultado final.

Málaga se va. Se fue. Como también lo hizo La Caleta. Hermandad que merece un capítulo independiente. Porque como independientes nacieron, crecieron y evolucionan con movimientos estratégicamente pensados para seguir consolidándose dentro y fuera de la Villa de Almonte como una muy buena hermandad.

Las personas que no comprenden, entienden, participan y respetan la romería del Rocío tienen dos problemas: ser tontos y no disfrutar de algo tan verdadero en tiempos de sequía de personalidad.

Viva por siempre la Virgen del Rocío.