lunes santo

Cautivo, Trinidad, devoción y un paraguas rojo

El Cautivo arrastra multitudes detrás. Cada persona es una historia y en cada historia hay una petición, un agradecimiento o, simplemente, una necesidad de estas cerca de Él

Miguel Ferrary

Miguel Ferrary

Son las 13.15 horas del Lunes Santo, una pareja de Mijas llega a la plaza de Jesús Cautivo y se sienta en el murete que hay junto a la puerta del salón de tronos. El calor aprieta. Mucho. Van a una tienda cercana y compran un gran paraguas rojo, bajo el que caben los dos sin problemas.

Pasan las horas. No se mueven. Comen un bocadillo y el paraguas sigue plantado en la plaza. Hasta poco después de las cinco, en que la sombra ya cubre toda la plaza. Cuando llegaron apenas había siete personas, ahora hay cientos.

Francisco Arcos y Sara Sánchez están ilusionados cuando ven las puertas abrirse. Queda poco para acompañar al Cautivo en la procesión. "Es por una promesa". Tienen ganas y fuerza para cumplirla. De hecho la promesa empezó cuatro horas antes de la salida, cuando compraron ese paraguas rojo. Y ahí se fueron, tras el Cautivo. Como miles de malagueños. No hay que buscar explicaciones. Sólo seguirle.

Jesús Cautivo, en el puente de la Aurora

Jesús Cautivo, en el Pasillo de Santa Isabel / Álex Zea

Un barrio volcado

Pasear por las calles Trinidad y Carril minutos antes de la salida de la cofradía del Cautivo y la Trinidad es hacerlo por un barrio que vive y late como nunca el Lunes Santo. Sillas de playas, de bares, bancos de Ikea, del comedor de la casa o una caja de plástico. El barrio espera paciente mientras pasan los minutos y una madre prepara un bocadillo de salchichón sentada en la calle. Otros niños juegan. Los mayores charlan, se saludan y reencuentran. Pasa un hombre vendiendo "¡El agua, la cocacola, la fanta!". Otros venden pulseras de tela. Una pareja de alemanes pasea con cara de "¿Qué pasa aquí?" y, sobre todo: "¿Cómo salimos?".

Según se avanza en la calle Trinidad, la bulla es más grande. Los balcones están más llenos. Las conversaciones, más nerviosas. Las largas filas de nazarenos blancos abren el camino entre un mar de cabezas. Es la guía y anuncio de la llegada del Cautivo. En el interior del salón de tronos se escuchan los vítores del capataz: "Viva el Cautivo. Arriba María Santísima de la Trinidad". Sus palabras se escuchan fuera y el público aplaude.

Así ha sido la salida de Jesús Cautivo desde la Trinidad

Miguel Ferrary

Llega el momento de salir

Los primeros toques de campana levantan el trono del Cautivo. La túnica blanca se mueve al ritmo de la mecida. Suave. El trono avanza hacia la pared de enfrente. Casi rozando la pared, empieza a girar. El toque de corneta de la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Cautivo anuncia que el Cautivo está en el dintel de la puerta. Aplausos y más aplausos. Suena el Himno Nacional.

Las marchas "Rezándote al alba" y "75 años de fe" acompañan los primeros pasos del trono en la calle Trinidad. Un hombre se santigua al paso del Cautivo, una mujer le grita piropo tras piropo desde un balcón. Muchos aplauden. Y lloran. Terminan de sonar las marchas. Los instrumentos descansan y muchos músicos rompen a llorar. Son muchas emociones.

Así ha sido la salida de María Santísima de la Trinidad Coronada y del Glorioso Apóstol Santiago

Miguel Ferrary

Una Virgen para un barrio

Tras el trono del Cautivo bajando, se forma el sólido cuerpo de promesas tras él. Impresiona la primera fila, con sus túnicas blancas, ojos tapados, algunos con gruesas cadenas en el cuerpo o en los tobillos. Detrás, empiezan a sumarse personas. Francisco y Sara, ya sin el paraguas rojo, están allí.

Promesas del Cautivo

Promesas del Cautivo

Mientras, el nutrido cortejo de nazarenos de la Virgen de la Trinidad tiñen el blanco de la calle por el malva. Avanzan lentamente. En el salón de tronos los nervios se van calmando. Llega la hora de salir. Una oración previa termina de centrar a los hombres de trono. Los varales cimbrean con el primer empuje. La Virgen sale a la luz de la tarde y su barrio la recibe con aplausos.

Una acólita rompe a llorar emocionada mientras sostiene el incensario. Poco después bajaría con una sonrisa en el rostro. Iba pegada al trono perfumando el paso de la Virgen. Pocos sitios hay más privilegiados.

"Es vuestro momento", grita un capataz a los portadores. Cuerpos rectos, semblantes serios y "pasa la Virgen de la Trinidad" inunda la calle interpretada por la Banda Sinfónica de la Trinidad. El Cautivo y su Madre están en la calle y Málaga les espera en la calle.