Viernes Santo

Santo Traslado: El misterio de la sábana santa, un año más en la calle

El Viernes Santo regala, de nuevo, la salida procesional de la hermandad trinitaria, que se luce en la rampa que da entrada al Pasillo Santa Isabel

Ana Barranco

Ana Barranco

Faltan cinco minutos para las seis. La Taberna New Mariano en la calle Trinidad está a rebosar de hombros de trono, con camisa blanca y corbata negra. Se nota que hoy sale una cofradía trinitaria. “A las 7 y media me han dicho que sale, ¿no, Loli?”, se oye decir (como para no escucharlo), delante de la casa hermandad del Santo Traslado, o Soledad de San Pablo, que es la denominación más clásica. 

En la Peña Trinitaria el ambiente se repite. Hay ganas de ver procesionar, un año más, por su barriada y las calles del centro, al Señor y a la Soledad de San Pablo, por supuesto. A estas horas, hay ya muchos corrillos de devotos que esperan en el Puente de la Aurora para ver cómo los portadores mecen al trono mientras dan la curva hacia el Pasillo Santa Isabel. 

Santo Traslado | Viernes Santo 2023

Ana Barranco

Los limones cascaruos, los buñuelos o las pipas con sal son el entretenimiento perfecto con el que, al menos, da la impresión de que el tiempo pasa más deprisa. Pasadas las nueve menos cuarto, los cuellos se giran buscando el sonido de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Cautivo

Los mayordomos de la cofradía insisten en dejar hueco para encararse hacia el Pasillo Santa Isabel, que, despacio, se realiza con dedicación y belleza. Mientras los calcetines protegen los pies con sandalias de los hermanos, la brisa transporta las notas de ‘La Lanzada’. Ni uno solo de los feligreses se mueve de su sitio este Viernes Santo para esperar a la Soledad de San Pablo. 

En cuanto pasan los acólitos, es su turno. Sensaciones en el cuerpo y la mirada que es atrapado por el bordado de la sábana santa del Señor: Las tres cruces sobre el Monte Calvario. El rostro de la Soledad de San Pablo transmite el dolor que muchos viven a diario, cuando preguntan al cielo por qué tenía que irse. La Agrupación Sinfónica de la Trinidad acompaña las emociones de una imagen, que como su escultor, Fernando Ortiz, siempre será inmortal.