Cinco meses y medio después de arrancar, en la pista del Rytas Vilnius, la reconquista de la Eurocup ganada en 2017, en su primera y hasta ahora única participación en la segunda competición continental, el Unicaja. No habrá un título en juego ni al ganador se le entregará trofeo alguno ni habrá confeti en el parqué ni podio de ganadores ni sonará el We are the Champions a la conclusión... No, no habrá nada de eso definitivamente. Pero el Unicaja pone hoy en juego su credibilidad, la fortaleza de un proyecto y el pase a las semifinales de la Eurocup. Que es mucho.

El éxito no espera a nadie y hoy se jugarán 40 minutos en los que sólo vale ganar. Es la única premisa. Una exigencia si no quiere despedirse de la competición europea en una temporada que ya ha visto cómo se fracasó de forma estrepitosa en la Copa del Rey, hace poco menos de un mes. Estos cuartos de final ante el Alba alemán pueden ser la catapulta que relance al Unicaja o el hoyo que entierre todo lo bueno, que es mucho, que se ha ido construyendo.

Es un «pim, pam, pum» en el que apenas puedes ni pestañear. Mucho menos lamentarte de aquello que no hiciste o que dejaste de hacer el pasado viernes, cuando el Unicaja tuvo en su mano rematar en el Carpena la serie ante las jóvenes hordas de Aíto García Reneses.

No da margen para el error. Ahora el Unicaja se agarra a todo lo que hizo bien en Berlín hace justo ocho días. Su cambio de actitud tras el descanso. Su esfuerzo defensivo. Su trabajo atrás, algo innegociable hoy si los de Luis Casimiro quieren tener la más mínima opción de seguir vivos en el torneo.

El Unicaja no está fino y lo ha demostrado en este último mes de competición. Pero en esta finalísima inesperada de Eurocup, en un tercer partido de cuartos, al Unicaja no le queda otra alternativa que saltar esta noche a la cancha a pelear por el triunfo como si no existiera el mañana.

El Unicaja tiene un montón de razones para estar preocupado. Sabe que no ha llegado en buen momento, que las piernas pesan, que la plantilla no acaba de estar enchufada y que el feeling pertenece más al pasado que al presente. Para colmo, el equipo verde tendrá hoy encima toda la presión, porque sabe que la derrota le elimina. Y que para el Alba, el hecho de estar ya aquí, vivito y coleando tras dos partidos, es pura gloria. Así se encargó de pregonarlo Aíto el pasado viernes tras asaltar el Carpena.

El Unicaja sabe a qué atenerse. El martes fue capaz de desactivar al Alba en el segundo tiempo. ¿Cómo? Defendiendo, eso lo primero. Y luego, torpedeando al Alba. No dejándole correr el contragolpe, parar sus transiciones y obligándole a jugar siempre en estático, en el cinco contra cinco. Ahí sufre el cuadro germano. Hay que poner piedras, que ellos tengan que pensar, que no se sientan cómodos. Y eso se hace siendo generosos en el esfuerzo defensivo y cerrando bien el rebote.

Casimiro también necesita que algunos de sus pesos pesados aparezcan. Roberts es un buen ejemplo: pitado el viernes ante el Alba y MVP de la jornada ACB el domingo contra el Delteco. El Unicaja debe recuperar la regularidad y la constancia si quiere ganar esta tarde en Berlín. También ha de buscar con más ahínco a Shermadini dentro, con clara ventaja sobre sus rivales. Ser capaces de generar con el pick and roll con Lessort. Y buscar buenos pases a los tiradores, y esperar que Adam Waczynski o Sasu Salin tengan acierto.

La eliminatoria llega a su desenlace marcada por la inferioridad mostrada por los malagueños hasta ahora. Tuvo el Unicaja la opción de sorprender en Málaga, pero no le alcanzó con su despliegue. El ultimátum europeo es a las 19.00 horas. Es lo que hay. Todo o nada. Vacaciones y fracaso en la Eurocup o semifinales contra Villeurbanne o Andorra, rivales ganables. Pero dependerá del propio Unicaja. El mejor y el peor rival posible.