Chucho Valdés inaugura este viernes el Portón del Jazz, un clásico del verano malagueño, que se celebra año tras año en Alhaurín de la Torre. Y lo hará Valdés rindiendo cuentas con el pasado, mostrando su Jazz Batá II, con el que recupera el proyecto que inició en el año 1972 y que se quedó «a medias» cuando empezó con Irakere, «un proyecto histórico que ya ha hecho su trabajo». Las entradas para el recital malagueño llevan semanas agotadas.

El músico, hijo del recordado Bebo Valdés, asegura que se alegra de haber resucitado ahora Jazz Batá: «Tenemos mucha más experiencia y el trabajo es más rico. Ya hemos grabado el disco y es increíble, muy superior al anterior, de 1972. Tiene las mismas raíces, es totalmente afrocubano, pero el enfoque es diferente. Mira a muchas tendencias universales de la música contemporánea». Y apunta: en Jazz Batá no se utiliza batería, sino tambores africanos con tumbaos cubanos. Chucho promete un concierto «rítmico» y en el que se verán cosas «muy interesantes»: «Estoy tocando el piano como un instrumento de percusión, afrocubano y melódico al mismo tiempo. Son melodías muy rítmicas, sincopadas. A veces toco Jazz Batá en el piano armonizado», explica Valdés.

La improvisación jugará un papel muy importante, como en casi todas sus actuaciones: «El resultado siempre es diferente porque tenemos escrito solo el pretexto del tema. Creamos a partir de ahí. Al final, hacemos jazz afrocubano», aclara. Y dice que entiende los escenarios como un lugar «para probar, para ver qué pasa, y analizar luego la respuesta del público. Si algo no funciona, nos preguntamos el por qué».

Según el músico, la clave de la creatividad, «la maravilla del arte», está en «no dormirse». Lo dice alguien que el pasado mes de noviembre recibió el Grammy Latino a la Excelencia: «Con este último Grammy sumo diez». «Con estos premios te quieren decir que lo que has hecho está bien, pero también son un compromiso a mantener el nivel. No puedes bajar, tienes que mantenerlo, superarlo. Siempre hay que querer ser mejor, o diferente. Ahí está la magia de la creatividad».