Desde que a primera hora de la tarde se hiciese público el estado preocupante de la reina Isabel II, los británicos han seguido con preocupación cualquier movimiento tanto en su residencia de Balmoral como en el Palacio de Buckingham. Hasta allí se acercaban cientos de personas en busca de cualquier información. Al filo de las siete y media un comunicado confirmaba la peor de las noticias. La reina había fallecido. Las banderas ya ondean a media asta en todos los edificios oficiales del país.