El artista Enrique Brinkmann reside a caballo entre Madrid y Málaga en invierno, pero ahora, por el intenso calor y la parálisis de la actividad artística en la capital española, pasa sus días en su tierra natal. Brinkmann, artista autodidacta, vivió en Colonia, Berlín y Roma y después decidió volver a España.
¿A qué dedica usted los meses de verano?
Pues realmente no funciono de manera distinta que en invierno. La pintura forma parte constantemente en mi vida, así que no cambio mi modo de vida. Hago las mismas cosas; lo único que cambio es darme un bañito en una pequeña piscina que tengo para quitarme el calor.
Entonces ¿pasará el verano también entre Madrid y Málaga?
No, en verano sí que me quedo todo el tiempo en Málaga. En Madrid está casi todo cerrado, y hace mucho calor, así que prefiero quedarme en mi casa malagueña.
Además de a pintar, ¿a qué otras aficiones le dedica tiempo estos días?
A leer; ahora estoy leyendo ensayo, pero también me gusta la novela. Escucho mucha música, cuando pinto siempre tengo música puesta... Y también me gusta pasear y salir a tomar algo.
Y, ¿qué tipo de música se pone para pintar?
Siempre elijo entre dos opciones, o me pongo la radio con música clásica, y me da igual que sea más contemporánea o más barroca; o me pongo mi colección también de música clásica, que también es de distintas épocas.
¿Por qué la música se relaciona tan de cerca con la pintura?
Realmente, todas las disciplinas artísticas están unidas, la música con el cine y la literatura, tienen una gran relación; y la música con la pintura igual.
¿Le gusta ir a la playa?
De niño y de joven era muy playero, pero ahora hay mucha gente, todo está masificado: el chiringuito, la playa, la carretera... No me atrae mucho el bullicio, prefiero quedarme en casa.
¿Entonces la Feria?
[Ríe] Procuro quitarme de en medio.
¿Hará algún viaje?
Estuve hace poco en Londres inaugurando una exposición, así que no creo que vuelva a viajar. Mis viajes suelen ser de trabajo y aprovecho para hacer algo de turismo y ver algo que me interese.
