«España perdió dos ocasiones históricas vitales. La primera fue nuestra posición en el Concilio de Trento, donde apostamos por un dios oscuro, reaccionario, siniestro y triste. El otro momento, la Guerra de la Independencia. En vez de atacar el régimen podrido y la monarquía analfabeta de Fernando VII nos pusimos a combatir a los que traían la Ilustración, a los que apostaban por las luces», decía con buen tino el señor Arturo Pérez Reverte. La de el otro día, sin duda era la tercera, la cobardía, el conformismo y la desidia están en nuestro ADN.

Nos siguen imponiendo los sermones, esta vez en los púlpitos de campaña con mensajes de ruptura, de estás con nosotros o no eres buen patriota, que vienen los rojos, España es desmemoriada, todo se perdona o se olvida con el tiempo si se solapa con miedo. También llevamos en la sangre la división de la izquierda, siempre ensalzada y siempre desunida, sin pensar en las virtudes de un frente poderoso y olvidar sus diferencias por el bien común; eso es algo que se lleva repitiendo a lo largo de la historia, sin duda.

Sigo sin saber dónde están los votos de Izquierda Unida, dónde estaba la mitad de España que no fue a votar, qué es de sus vidas cotidianas...; por fuerza, algunos de los que en las barras de los bares nos dan la brasa repitiendo lo que se saben de memoria de Bárcenas, imputados, Zapatero, etc€ no han ido a votar y seguramente mientras estoy escribiendo estas líneas siguen quejándose con el botellín de cerveza en mano y el paquete de tabaco en la barra. Los experimentos, con gaseosa.

En este país no hay sitio para que el que tiene mayores aspiraciones que pagar el Ocaso, tener un buen coche y una nómina fija. Dónde están los autónomos sufridores, dónde están los dependientes sin ayudas, los desahuciados, los parados sin ayudas, los jóvenes sin futuro, los no tan jóvenes que cobran cuatro duros por trabajar el doble que hace seis años, los artistas que sufren un revanchismo constante de un IVA que asfixia y estrangula, los funcionarios sin plaza... ¿Tan bien les va a ese altísimo porcentaje que no ha ido a votar?

El desencanto se apodera demasiado pronto de las personas que están quemadas con el día a día. Gran parte de la culpa la tiene la desunión de los que votaron y las malas elecciones en sus tacticismos cargados de sillones que hoy ya no son posibles. Y, sobre todo, dónde está la conciencia de los que votan a un mal gestor, que roba, que permite y disfruta de cuentas opacas, que tiene imputados hasta en el cielo de la boca... Esa gente aparte de votar a un bando, ¿no piensa que está votando a un pésimo gestor?

Patriotas a los que no les duele España, que siguen apoderándose de la bandera y gritando «yo soy español» y tú no, vosotros sois el mal y los buenos somos nosotros. El otro día nos acostamos siendo dudas y hoy ya despejada, está claro que seguimos siendo la misma España. «Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza», escribió Machado.