Las cuidadas y delicadas melodías del instrumentista y compositor malagueño Tomás García abrirán hoy el ciclo ´On Echegaray´. El guitarrista y líder de Un Gato en la Luna es el artífice de un innovador flamenco, que se traducirá en el teatro malagueño en doce temas originales que se combina con un repertorio variado donde bulerías, tangos y fandangos se alternan con la bossa nova, baladas o rumbas.

–Tras su exitoso paso por el XXIV Festival de Teatro de Málaga, donde presentó su primer álbum, ´Amalgama´, ¿con qué sorprenderán esta noche Un Gato en la Luna en el concierto en el Teatro Echegaray?

–En el concierto se interpretarán doce composiciones originales que fusionan el flamenco con otros ritmos, donde la voz está muy presente, pero también hay un trabajo musical importante. Una de las cosas que me gusta comentar es el tema de las letras, con una carga poética significativa, basándome en el flamenco, que en un par de versos sintetizan sentimientos. No son letras urbanas que cuenten una historia completa, sino que te permiten la reflexión y con un corte muy vitalista. Se habla del apego a la vida, al amor. Hay baladas, bossa nova, fandangos, bulerías, rumbas, colombianas....El repertorio es muy diverso.

–Sonidos que combinan muchos ritmos. ¿Le habrán pedido en muchas ocasiones que defina su música?

–La verdad es que es un tipo de música que me cuesta definir, no soy partidario de etiquetas, pero la gente que me ha visto dice que es una música que hay que oír y que es muy bonita, que es lo que más me gusta.

–¿Cómo ve el panorama actual para los músicos como usted que cultivan fórmulas musicales más alternativas?

–La cosa está cortita, como dicen los flamencos. Pienso que las instituciones y las empresas relacionadas con este mundo deberían impulsar más la cultura y la música. Hay una tendencia por apostar por el valor seguro en la música. Los canales de difusión, la radio, la televisión se hacen eco de las apuestas seguras. Esto está bien, pero el problema es que no hay otros canales alternativos para dar a conocer tu música. Si haces otro tipo de música, de arte en el que el componente popular no tiene que ser obligatorio, tienes grandes problemas para mostrar tus trabajos. Ha calado tanto en la sociedad esta única visión, que te quedas desplazado. Mi trabajo es muy vocacional, tan grande y tan bonito a la vez, porque la recompensa está cuando acabas de componer algo o cuando te subes al escenario y ves que el público conoce tu arte. La labor de las administraciones es la de educar y dar salida a lo que hay; dar alternativas a otras fórmulas musicales. Pienso que en la cultura hay que ser generosos y todo no tiene que ser rentable desde el punto de vista económico.