El error médico es difícil de identificar. La mera sospecha sin informes que la avalen no sirve para acreditar que el sistema sanitario falló o que hubo una mala praxis profesional. Pero las asociaciones de pacientes animan a las familias a formular quejas o denuncias si creen que se han podido ver perjudicadas por una determinada actuación médica, servicio o la organización del sistema sanitario.

Tres familias de Málaga que denunciaron sus casos ante diferentes instancias han conseguido, tras varios años de lucha, una resolución que, de alguna manera, les resarce de los daños ocasiones por un fallo o imprudencia profesional.

1. Mal diagnóstico

El Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha indemnizado con 90.954 euros a la familia de un hombre de 69 años que falleció de un infarto tras un error en el diagnóstico médico.

El paciente acudió el 15 de diciembre de 2002 con su esposa al Hospital Carlos Haya de la capital, aquejado de un fuerte dolor en el pecho. En su historial clínico figuraban antecedentes por hipertensión arterial, pero en el centro hospitalario no efectuaron ningún chequeo, y simplemente se limitaron a indicarle que aquella dolencia consistía en reuma, pero, que, en ningún caso, se trataba de una patología urgente. Le aconsejaron como tratamiento un gelocatil.

Al día siguiente, falleció a causa de un infarto agudo de miocardio. En la resolución del SAS, se expone que los facultativos que le atendieron no aplicaron los medios necesarios que estaban disponibles para llegar a la patología del paciente. Esta actuación "precipitó su fallecimiento por infarto agudo". El paciente estuvo en consulta apenas media hora, y los responsables médicos no llegaron a ningún diagnóstico del origen del dolor torácico, "lo cual no es de extrañar porque no se pidió ninguna prueba complementaria para tal fin", según se recoge en la resolución.

Además del dolor torácico, presentaba varios factores de riesgo para pensar que se podía tratar de una patología cardiovascular isquémica. El principal indicio era su hipertensión de larga duración.

Por estos hechos se abrió una investigación en el Juzgado de Instrucción 7 de Málaga, pero el caso se archivó por no quedar acreditada la comisión de un delito. Tiempo después, la familia, representada por el abogado Manuel Temboury, interpuso la reclamación patrimonial por los perjuicios que ha sido acordada.

2. Dudosa atención

José Luis, un policía local que trabajaba en el municipio de Ronda, sufrió una trombosis venosa profunda tras operarse de una rotura del tendón de Aquiles en la pierna izquierda. Posteriormente sufrió un coágulo en el pulmón que le ocasionó un infarto. Ahora padece las secuelas de una trombosis y tiene un grado de minusvalía del cincuenta por ciento.

Por estos hechos, el SAS le ha indemnizado con más de 20.334 euros. La resolución apunta que no hubo una adecuada asistencia tras la intervención quirúrgica, ya que dos días después le dieron el alta. El hombre tuvo que acudir de urgencias a los tres días por un infarto pulmonar.

El paciente decidió denunciar al doctor J.L.G.P., que le dio el alta, porque no le instauró ningún tratamiento de profilaxis antitrombótica a pesar de tenía antecedentes. Tras esta actuación, José Luis sufre dolor permanente en el tórax y espalda, y secuelas de trombosis en vena superficial.

3. Quemaduras

Un médico de un centro de estética de la capital ha indemnizado con más de 37.000 euros a una paciente que sufrió quemaduras en sus piernas a causa del tratamiento de fotodepilación al que se sometió.

Un juzgado de primera instancia de Málaga condenó al facultativo por negligencia médica. Según la sentencia, el especialista ni valoró las características de la epidermis de la paciente, ni controló sus quemaduras.

Los hechos ocurrieron entre diciembre de 2003 y junio de 2004, periodo en el que la afectada se sometió al tratamiento de fotodepilación. El médico cambió los filtros para mejorar los resultados, a pesar de que entrañaba mayores riesgos.

El facultativo apreció que la joven estaba más morena y que habían aparecido quemaduras en la piel, pero no suspendió el tratamiento y sólo se limitó a recomendar a la paciente que no tomara el sol. Además, le regaló una crema para tratar las quemaduras, que le produjeron hiperpigmentaciones postinflamatorias en las piernas.

Según la sentencia, en este caso existió una clara relación de causalidad entre la aplicación negligente del láser y el resultado dañoso producido. La juez considera que las quemaduras le han causado un gran perjuicio estético y como consecuencia la joven padece un cuadro depresivo.