"Lo había visto en películas, pero, al verlo ahora, se siente el miedo y la impotencia". "Pequeño tornado en el paseo de los Tilos, caída de vallas y árboles". "Se ha llevado vallas, árboles, ramas y demás metralla". "Durante cinco minutos no se oían más que sirenas de bomberos". "Un ruido como truenos sordos y continuado, menudo destrozo". Estas son algunas de las declaraciones que La Opinión de Málaga recibía a través de su web la noche del 1 de febrero de 2009 después de que un tornado sembrara el caos y el pánico en una de las zonas más pobladas de la capital.

Dureza

Este fenómeno afectó a la zona Oeste de la capital y los vecinos lo recordarán más por su dureza que por su excepcionalidad. Los expertos señalaban días después que el tornado fue el más violento de los registrados en España en los últimos 150 años. "Al menos en lo que respecta al entorno urbano", aseguraban fuentes de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). No parecía una exageración. El tornado corrió a una velocidad máxima de 220 kilómetros por hora y se propagó en un perímetro de cuatro kilómetros de longitud y unos trescientos metros de anchura durante dos interminables minutos, situándose en la categoría EF2 de la Escala de Fujita Moderada.

Daños

Pero la realidad mide en otros términos y uno de los primeros balances hablaba de 200 casas dañadas, más de 400 vehículos destrozados por árboles arrancados de cuajo, cien naves industriales arrasadas, una veintena de ciudadanos ingresados en los hospitales, 1.600 vecinos atendidos en las oficinas habilitadas por el Ayuntamiento de Málaga y otras 32 personas tuvieron que ser realojadas por el lamentable estado en el que quedaron sus viviendas.

En apenas dos días se retiraban más de 120 toneladas de escombros mezclados con enseres de viviendas que salieron literalmente volando cuando el tornado reventó cientos de viviendas en la zona de San Andrés. Representantes de todas las instituciones públicas malagueñas recorrieron el barrio para atender a los vecinos y anunciar la pronta llegada de ayudas económicas, tanto para los que tenían pólizas de seguros como para los que no tenían cobertura legal. La naturaleza se ensañó también con seis colegios de la capital y dejó a casi mil estudiantes sin poder acceder a las aulas. El servicio de Cercanías entre Málaga y Fuengirola quedó temporalmente interrumpido, al igual que la circulación de varios autobuses interurbanos, ya que la estación también resultó muy afectada por el vendaval. Fue allí precisamente donde se registró el único herido grave. Fue José Luis Ortigosa, un taxista que buscó cobijo en la estación de autobuses y acabó con un corte profundo en la pierna.

Ayudas

La maquinaria administrativa se ponía en marcha y, el 6 de febrero, el Consejo de Ministros aprobaba la concesión de ayudas públicas para los afectados por unos destrozos que fueron valorados en al menos 13 millones de euros. Estas indemnizaciones oscilaron entre los 2.500 y los 15.000 euros, en función de la gravedad de los daños y tenían un carácter subsidiario, es decir, cubrían la carencia de pólizas de seguro o las complementaban. Cuatro días después, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobó ayudas por valor de unos 600.000 euros.