Si por algo destaca José Antonio Trujillo no es sólo porque estos meses esté escribiendo un ensayo –su cuarto libro– en el que habla de dos de sus autores preferidos, Irene Nemirovsky y Vasili Grossman, sino porque es un enconado defensor de la olvidada figura del médico humanista. «A veces un chaval que está estudiando Medicina cree que Chejov es un nombre de vodka, o sabe muchísimo de una prueba de estadística pero nunca ha lavado a un enfermo o ha estado consolando a una familia», destaca.

Para este jiennense nacido en La Carolina en 1970 hay que aplicar en todos lo ámbitos el respeto a la libertad y dignidad de la persona. «Cuando tienes que cuidar eso te interesan las personas en su vertiente íntegra y entonces se operan dos necesidades en ti: que sólo estudiando Ciencias no es suficiente para estudiar a la persona y que el interés por la persona tiene que ir por encima del interés científico».

El pequeño de cuatro hermanos e hijo de un empleado de la minero-metalúrgica Los Guindos de La Carolina –empresa con una famosa ramificación en Málaga– fue el único en sentir la vocación por la Medicina. Estudió en Navarra y tuvo claro que quería estudiar una especialidad «de mucha cercanía con el paciente», así que eligió la Medicina de Familia. Hizo la residencia en Marbella y Ronda, ciudad esta donde conoció a su futura mujer, y luego trabajó en Granada y Sevilla. «Fueron años magníficos, mi padre siempre dice que el mayor privilegio que tenemos los médicos es el de servir a las personas, es un tesoro tan grande que el saber manejar eso con justicia te llena muchísimo», confiesa.

Un máster en gestión le abrió las puertas, con 31 años, de la dirección de un centro de salud en Sevilla que había que reconvertir al nuevo modelo. Allí aprendió, ante todo, lo que significa el trabajo en equipo. «Los jóvenes exageran la capacidad y conocimientos y necesitan el contrapeso de la experiencia, no se puede acceder a altos puestos de responsabilidad si no se han ido subiendo escalones». José Antonio ya tuvo claro entonces que «para obtener el respeto de tus compañeros te lo tienes que ganar y debes actuar siempre intentando tener actitudes ejemplarizantes». También considera fundamental un trato más profundo con los compañeros: «Cuando te interesa más como persona que como profesional eso da dimensión al equipo».

Su siguiente escalón fue la llegada a Málaga para convertirse en subdirector médico del Care de Carlos Haya, «a un equipo consolidado donde te enseñan y ayudan», y más tarde ocupó el cargo de subdirector médico del Materno Infantil.

Con este bagaje y con 36 años fue nombrado director médico del complejo hospitalario Carlos Haya, en el que ha estado hasta el pasado verano. «Cuando me llegó la responsabilidad me abrumó un poco pero los profesionales han estado ayudándome hasta el último momento y como poco, tienes que intentar no ser el palo en la rueda e intentar orientar y focalizar esfuerzos», comenta.

En estos cuatro años le ha tocado vivir la época de vacas gordas y la llegada de la crisis, y reconoce que los hospitales «necesitan cambios para estar al nivel de lo que necesitan los ciudadanos pero también los profesionales».

En verano deja la dirección: «Mis jefes entendían que mi época profesional en Málaga había acabado y tenía que emprender nuevas aventuras profesionales en otro sitio de Andalucía y yo entendía que mi época en Málaga nada más que empezaba y estaba en plena madurez profesional». La marcha de un director con tanta valía humana y profesional ha dejado un vacío en el Carlos Haya. José Antonio ha sacado las oposiciones de médico de familia y en la actualidad ejerce en el centro de salud de La Luz. «Me está aportando muchas cosas y cada día vuelvo a mi casa con la mochila más grande y más rica», confiesa.

El próximo 29 de diciembre, este inquieto médico y escritor, que lleva en sus venas la sangre ilustrada e innovadora de su pueblo de La Carolina, recibirá el premio Azahar del Colegio de Médicos de Málaga, un reconocimiento a una trayectoria brillante y a su calidad humana. Es el talento y la vocación de un médico comprometido a diario con la Medicina, el servicio público y el Humanismo.