Una fuerte explosión levanta por los aires el blindado y lo desplaza varios metros. Tras el estruendo, los integrantes del convoy contemplan con angustia una densa columna de humo. De repente una voz rompe el silencio: «IED. Estamos todos bien. Daños en el vehículo. Cambio».

Ocurrió el pasado 4 de abril en Afganistán. Ese día por la mañana un convoy de 11 vehículos españoles con 40 personas partió de la ciudad de Qala-i-Naw, junto a efectivos del ejército afgano, para recorrer la Ruta Lithium en dirección a la población de Ludina, en una misión de reabastecimiento. A mitad de camino, el primer vehículo del convoy pisó un artefacto explosivo improvisado, un IED, oculto bajo la calzada.

En esos segundos de incertidumbre, de gran conmoción, se produjo aquella primera comunicación, un mensaje preciso y oportuno. Provenía del sargento a cargo del vehículo atacado. Su serenidad fue clave para mantener el control de la situación. Él y sus cuatro compañeros salieron del blindado para dar seguridad al resto del convoy. Tres horas más tarde todos regresaron sanos y salvos a la base española en Qala-i-Naw.

Como parte de su misión en el país, nuestros militares localizan y desactivan de forma regular artefactos explosivos que coloca la insurgencia contra militares y población civil. Cada mina neutralizada es un atentado que nunca va a producirse. Son decenas de vidas salvadas y es un paso más hacia la estabilidad en Afganistán.

Hace más de un año que desplegamos los nuevos vehículos blindados Lince y RG-31 en Afganistán. En este tiempo, otros cinco IED han estallado al paso de los blindados españoles. A pesar de sus potentes cargas, sólo hemos tenido que lamentar heridas leves entre sus ocupantes. Aunque es imposible garantizar su completa seguridad, nuestros militares cuentan hoy con la mejor protección disponible en los escenarios más arriesgados. Y eso también salva muchas vidas.

«Cada día y cada noche, las Fuerzas Armadas trabajan por nuestra seguridad». Éste es lema de este año para el Día de las Fuerzas Armadas. Con él queremos reconocer la entrega cotidiana, sin descanso, de nuestros militares para garantizar la protección de todos los españoles.

Todos sabemos que la seguridad de España no acaba en nuestras fronteras: empieza allí donde surge una amenaza contra nuestras sociedades. Atentados como los de Nueva York, Madrid o Londres son un doloroso testimonio del alcance del terror que se fragua en lugares como Afganistán.

Esta es la razón última de la presencia de nuestros militares en muchas partes del mundo: contribuir a la seguridad de España. Y es deber de toda la sociedad proporcionarles la mejor protección para realizar su trabajo con eficacia y profesionalidad. Porque la seguridad de nuestros militares es también la de todos los españoles.

Así es en Líbano, donde trabajan por preservar la paz en una de las regiones más conflictivas del planeta. Así sucede también en las aguas frente a Somalia, donde permiten que la ayuda humanitaria transite por los mares más peligrosos del mundo. Así es en Libia, donde están defendiendo un futuro en libertad para un pueblo masacrado por soñarlo.

Y así es también en estos días en Lorca, donde ha sido decisiva la actuación de la Unidad Militar de Emergencias. No hay que ir lejos para ser testigos del trabajo de nuestros militares por nuestra seguridad.

Más de 130.000 hombres y mujeres defienden día y noche nuestras fronteras, nuestros cielos y nuestras costas. Nos rescatan de emergencias. Cuidan de nuestro patrimonio. Y actúan en los cinco continentes cuando se les necesita.

En estos días, los españoles tenemos la oportunidad de conocer de cerca a los hombres y mujeres que realizan estas proezas. 2.000 de ellos se han desplazado este fin de semana a Málaga, y otros muchos en toda España han abierto las puertas de sus cuarteles para compartir sus actividades.

Es el espíritu del Día de las Fuerzas Armadas, que desde hace 33 años celebramos el último fin de semana de mayo. En estos días queremos que la sociedad conozca de cerca a los militares que la sirven. Y con cada celebración, los lazos se siguen estrechando.

Una de mis prioridades en los años que llevo al frente del Ministerio de Defensa ha sido contribuir a que la ciudadanía conozca y entienda mejor la labor de nuestros militares.

Hoy tres de cada cuatro españoles admiran a nuestros Ejércitos por el prestigio internacional que aportan a España, por su labor dentro de nuestras fronteras y por su compromiso con la defensa de los valores constitucionales. Y esto explica que desde hace tres años los ciudadanos consideran a las Fuerzas Armadas como la institución que más valoran y en la que más confían.

Celebraciones como las que estos días se viven en Málaga son esenciales para enriquecer esta confianza.

Los actos programados son una ventana abierta a nuestros Ejércitos. Y a través de ella, invito a todos a comprobar tres rasgos que definen a nuestros militares: profesionalidad, valor y generosidad. Profesionalidad para trabajar codo con codo con los Ejércitos más avanzados del mundo. Valor para acometer los mayores desafíos. Y generosidad para socorrer a los más vulnerables.