A apenas tres días para el inicio de agosto, con los bocinas de los coches perfectamente afinadas para la operación salida, las previsiones turísticas para la Costa del Sol se dulcifican. El verano no será finalmente tan austero como se preveía y supondrá, incluso, una variación al alza respecto a 2011. Según el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, la provincia cerrará la temporada alta con un balance positivo, lo que resulta un alivio en este contexto generalizado de desánimo y de crisis. Especialmente, si se tiene en cuenta que las expectativas eran muy diferentes hace tan solo quince días, cuando la propia administración vaticinaba una caída de las pernoctaciones de un 1 por ciento.

La corrección de las previsiones da razones, según Rodríguez, para ser «moderadamente optimistas». De ese 1 por ciento –adelantado por el consejero en el Foro de Turismo de La Opinión de Málaga– se ha pasado a un crecimiento de 5,4 puntos. La cifra alude a un ritmo de crecimiento muy superior al del resto de la comunidad, que se verá lastrada, con una subida global del 0,1 por ciento, por el comportamiento de los destinos más apegados al turismo nacional, caso de Almería.

Los cálculos de la Junta entienden que la sombra del turismo extranjero será lo suficientemente alargada en la provincia como para contener la crisis del mercado español, que se empieza a apagar como consecuencia de la situación económica. En el primer semestre del año, la proporción funcionó en la Costa del Sol, donde se contabilizaron más de 7,2 millones de estancias, un 3,17 más que en el mismo periodo de 2011.

Se trata del 38,7 por ciento del total de Andalucía. En la primera mitad del ejercicio, la provincia aventaja también en el balance de viajeros al resto de la región, con un aumento del 0,58 por ciento que contrasta con la caída de 1,4 puntos del conjunto de la autonomía. De acuerdo con Rodríguez, es en el cómputo andaluz donde las previsiones de veraneo se vuelven más tímidas.

En este caso, los nuevos datos apuntan a 20,6 millones de pernoctaciones, un 1,1 por ciento más que en el pasado año. La subida se nutre principalmente de las expectativas de Málaga, que no se verá tan castigada, al menos entre junio y septiembre, por el desplome del turista doméstico –en Andalucía, durante el primer semestre, las pernoctaciones de españoles cayeron un 6,6 por ciento y las de extranjeros se elevaron un 4,8–.

Esta desproporción, en el balance de los seis primeros meses del año, también se aprecia en otro indicador especialmente sensible de la industria, el del empleo, que vuelve a desvincularse de la suerte del resto del sector. Los datos de la Junta, extraídos del INE, señalan a un descenso del 5 por ciento (1.463 puestos de trabajo). «Necesitamos que el empleo vaya en la misma dirección que el volumen de la actividad turística», razonó el consejero.

A pesar de los indicadores negativos, Rodríguez interpreta las nuevas perspectivas para este verano como una muestra de la fortaleza del sector, que no se arredra ante las nuevas amenazas y se mantiene en números competitivos. No obstante, expresó su preocupación por los efectos de los recortes, que son, abundó, «la mayor amenaza» de la industria. El consejero ha solicitado una reunión con el ministro de Turismo, José Manuel Soria, para poner en marcha proyectos conjuntos.

Por su parte, el responsable turístico de CCOO en Andalucía, Gonzalo Fuentes, cree que las nuevas fórmulas fiscales del Gobierno, que entrarán en vigor en septiembre, podrían condenar al sector «a los números rojos». De momento, el verano parece encauzarse, si bien las reservas de última hora siguen siendo decisivas.