La ambulancia acababa de irse y los concejales y el alcalde reunidos en la plaza del General Torrijos debatían qué hacer. Los motivos eran sobrados para anularla, pero miles de niños esperaban con ilusión, varias calles más allá, ver la comitiva de los Reyes Magos.

El alcalde, Francisco de la Torre, y los ediles Julio Andrade, Damián Caneda y Teresa Porras estaban hechos un mar de dudas.

Caneda y De la Torre argumentaban que lo más adecuado era anularla, pero un alto mando de la Policía Local aseguraba que podía ser caótico, tanto como modificar su recorrido. Del otro lado estaban Porras y Andrade, que consideraban que eran miles los niños que esperaban ansiosos ver a sus majestades.

El alcalde recordaba que el padre de Miguel le había autorizado a que la cabalgata continuase. Por eso, debatían qué hacer mientras la prensa y numerosos curiosos se interesaban. La comitiva iba por la plaza de la Marina con todas las carrozas, salvo la del siniestro, la número siete de la Cruz del Humilladero.

De la Torre consideraba que si la marcha proseguía, muchos niños podían hoy lamentar que sus ídolos tiraran caramelos en un ambiente festivo. Pero la dificultad para parar la marcha, junto a los miles de chiquillos que esperaban la cabalgata fueron argumentos de peso para decidir finalmente que continuaría para que quienes no habían sido testigos del suceso disfrutaran de la fiesta. De la Torre señaló que «son cosas que inevitablemente ocurren». «No ha habido forma de cortar el recorrido y no cabe acelerarlo porque disminuiría la seguridad», dijo.

Así, el regidor aseguraba que la decisión tomada era «la menos mala». Decidieron suprimir la parte final del recorrido, en la que los Reyes Magos iban a hacer una ofrenda al Belén luminoso situado en la plaza del Obispo, en la Catedral. Terminó por tanto hacia las 21 horas en el Ayuntamiento, de donde había partido hacia las 15.15 horas.

Francisco de la Torre informó a la prensa de que la ciudad iba a decretar dos días de luto por el fallecimiento del menor, y aunque aún debía ponerse en contacto con los grupos de la oposición, mostró su convencimiento de que apoyarían la medida propuesta por el equipo de gobierno.

La comitiva

La cabalgata había comenzado a las 17.15 horas de la tarde, tras salir los reyes y sus pajes de la Alcazaba, donde habían pasado la noche. Tras hacer el camino a pie y saludar a niños y no tan niños, estos se dirigieron al Ayuntamiento, donde Ricardo Ortega, de seis años, leyó una carta en la que apeló a la solidaridad, a la esperanza y a la generosidad. «Que nuestra ciudad siga siendo la mejor para vivir», concluyó. Tras esto, comenzó la comitiva, compuesta por doce carrozas que abrían paso a las de sus majestades. Estos repartieron un total de 14.000 kilos de caramelos.

Los Reyes Magos declararon a este periódico antes de montarse en sus carrozas que los niños de Málaga habían sido muy buenos y que les traerían todo lo que habían pedido. Las caras de ilusión de la mayoría seguían anoche tras ver a sus «ídolos» como los llamó Francisco de la Torre. A buen seguro ayer, después de conocer la noticia, estaban tristes y desconsolados por lo que había pasado.

Facua pide vallas en las cabalgatas

La asociación de consumidores Facua expresó ayer su pesar por la muerte del niño de seis años atropellado en la cabalgata y exigió que los cortejos tengan vallas que impidan acercarse al público en caso de no contar con efectivos suficientes.

En un comunicado, el portavoz de Facua, Rubén Sánchez, dijo que una tragedia como ésta debe llevar a la reflexión sobre si las medidas de seguridad en las cabalgatas resultan suficientes o deben modificarse para que «lo ocurrido en Málaga nunca se repita».

El portavoz de Facua recuerda que hay ayuntamientos que han decidido que en sus cabalgatas ya no se tiren caramelos desde las carrozas como «medida de precaución».

«Sean cuales sean los formatos de cabalgatas que cada ayuntamiento apruebe, deben garantizar siempre protocolos de seguridad que minimicen el riesgo de accidentes».