«Tengo muchas ganas de pasear algún día con mi nieta de la mano», confiesa su abuelo Antonio Corpas, durante muchos años escolta de los últimos alcaldes de Málaga. Ahora, quizás parezca un sueño pero la Medicina avanza y lo más importante, su nieta Sheila García, de 6 años, que nació con parálisis cerebral, mejora por encima de la media desde que es tratada en un centro de rehabilitación neurológica de la Fundación Foltra, situado en el pueblo de Teo, a dos kilómetros de Santiago de Compostela.

Desde hace cuatro meses, Sheila asiste a este importante centro, al que acuden pacientes de medio mundo. María José Corpas y su hija viven en un piso a un par de manzanas del hospital y el tratamiento de un año, que cuesta 30.000 euros, lo han podido costear gracias a la generosidad de muchas personas y colectivos desprendidos, a pesar de la crisis: sus vecinos de Nueva Málaga, el colegio de Gamarra, los Bomberos de Málaga, el colegio Salliver de Fuengirola, sin olvidar el programa Tiene arreglo, de Canal Sur Televisión.

«Colaboró mucha gente en el programa. En directo salieron ocho llamadas pero luego me pasaron una lista con 69 personas, desde una que dio 10 euros a una que dio 6.000. Gracias a esas personas puede recibir ese tratamiento porque yo no podía dárselo», cuenta María José, de 28 años, que está en paro y se ocupa las 24 horas de su hija.

«Tiene además mucha fluidez al hablar, no tiene que pensar tanto las cosas y se está empezando a mantener sentada. Con apoyo se mantiene perfectamente y esta última hora y media de avión ha venido perfectamente sentada», explica su madre.

Ese vuelo de hora y media es el que les ha llevado de Santiago de Compostela a Málaga, para pasar dos semanas de vacaciones antes de volver al tratamiento. Estos días los pasa Sheila en el chalé de sus abuelos en Rincón. «Tenía abuelitis, así que muchas ganas de verlos», relata María José. Sheila también se ha llevado la alegría de volver a ver a sus primas Andrea, de 9 años y Lucía, de 10, que no se separan de ella.

«¿A qué has ido tú a Galicia?», le pregunta María José. Sheila responde sin dudarlo, acompañando la frase de una de las muchas sonrisas que regala a diario: «A trabajar». Las ganas que tiene de acudir a diario a la clínica también juega mucho a su favor y anima mucho a la madre. «Sheila colabora muchísimo», apunta Teresa, la abuela, que ha podido pasar un mes en La Coruña con su nieta. De hecho, los fines de semana, como no hay tratamiento, suele preguntar cuándo va a volver a «trabajar».

En cuanto al tratamiento, la niña recibe a la semana tres sesiones de logopedia; otras tres de terapia ocupacional y tres de refuerzo cognitivo, así como dos de neuroestimulación y cinco de fisioterapia. Y para terminar, terapia auditiva que, explica su madre, «no es que sea sorda, es que la mayoría de niños con parálisis cerebral tiene hiperacusia, oyen más de la cuenta y si escuchan un ruido fuerte, se pegan un susto».

Otra parte muy importante del tratamiento es la inyección de hormonas del crecimiento. «Ella entra en la enfermería supercontenta, diciendo que hoy le toca este brazo. La verdad es que a mí me lo ha puesto muy fácil», comenta María José Corpas, que detalla que esas hormonas no son para el crecimiento, sino para ayudar a la regeneración de sus neuronas, aportándole neuronas nuevas que vayan sustituyendo a las dañadas. Además, también toma melatonina, «que protege esas neuronas inmaduras y hace que haya conexiones entre las neuronas existentes». «Son muchas pequeñas cosas», resume. Y esas pequeñas cosas están haciendo que Sheila mejore.

En cuanto a su vida en el pueblo de Teo, la niña se ha integrado muy bien y para demostrarlo dice una palabra en gallego que ha debido de escuchar muchas veces en estos últimos cuatro meses: «Chove»(llueve). Por otro lado, Sheila tiene un grupo de amigos en la clínica, entre ellos, José, a quien llama «su primo» y las gemelas Paula y María.

En cuanto a los paseos, cuenta con un andador ortopédico, un aparato muy caro, también costeado gracias a la generosidad de muchas personas y colectivos. Se trata del modelo más básico, «pero ahora mismo, para su función de estar de pie y andar, le sirve».

María José Corpas y sus padres están abrumados por tanta gente generosa que en estos tiempos tan complicados ha aportado su granito de arena para el bienestar de la niña. Teresa pone como ejemplos al responsable del colegio Salliver de Fuengirola, que hizo una importante aportación y sigue los avances de Sheila o de Rita, una señora andaluza que también demostró su generosidad y que de vez en cuando habla con la niña. También está el caso de un matrimonio, él andaluz y ella gallega, que llegó incluso a ofrecer su chalé en el pueblo de Teo, para que madre e hija se alojaran sin ningún gasto y con todas las comodidades, comida incluida. Si al final no lo hicieron y optaron por un piso de alquiler fue sólo porque para llegar a la clínica había que tomar el coche. «He conocido a ese matrimonio y son excelentes», resume la abuela Teresa.

Todavía le quedan a Sheila 8 meses de trabajo, si es que el tratamiento no se prolonga un poco más. Su vida está cambiando a mejor y esa felicidad es la que hoy respira en Málaga toda su familia.

En octubre, una importante operación

El siguiente paso en el tratamiento de Sheila García será la operación a la que se someterá en octubre, junto a otros tres niños del centro sanitario gallego.

«Es una operación que hace un médico ruso tres veces al año en España, ella es una de las que va a operar, cuatro familias iremos juntas», comenta su madre, María José Corpas.

La operación, detalla, consiste en realizar microcortes en el músculo para darles más movilidad. «No en los tendones, que entonces la pierdes», precisa.

María José está muy esperanzada porque con esta operación, le han señalado que, «en el peor de los casos, tendrá un 80 y tantos por ciento de movilidad».

«En la misma operación te pueden tocar hasta 20 músculos, desde la visión, por el estrabismo, porque es un músculo más, hasta el pie».

María José Corpas se confiesa muy contenta porque cree que «le ayudará mucho a la terapia», al tiempo que recuerda que su hija suele tener muchos músculos en tensión y la operación puede ayudar a que este panorama mejore bastante, «además del dolor de tenerlos así». La operación cuesta 4.000 euros que María José tratará de pagar poco a poco y, por eso, quizás organice algún acto benéfico para ayudar a costearla. Madre e hija están en el sitio y el momento adecuado, por eso, tras esta esperanzadora operación, a Sheila le quedarán varios meses de tratamiento en la clínica en la que seguir superándose a sí misma.