Durante sus diez años rastreando las redes, Norberto González ha visto «de todo». A bote pronto recuerda a aquel niño que en plena depresión por el acoso de los compañeros quería abandonar desesperadamente el colegio en el que estudiaba. Para no llegar a estos extremos, el agente destaca la importancia del papel de los padres, cuya implicación desgraciadamente podría ser mucho mayor. Los agentes echan de menos «más conciencia» y más presencia de progenitores en las charlas que regularmente hacen en los colegios. «Son muy útiles hasta el punto de que el número de denuncias han descendido notablemente desde acuden a los colegios», asegura el agente, que añade que muchos de ellos no acuden a las charlas por su falta de conocimiento sobre los riesgos de las nuevas tecnologías y las redes sociales o por la falta de tiempo. «Cambios bruscos de comportamiento, un descenso significativo en el rendimiento escolar, una asistencia cada vez más frecuente al médico o que se relacione menos con sus amigos son algunos de los síntomas más claros que pueden servir de alerta a los progenitores», dice el agente.