­La denuncia de unos padres de un municipio del Valle del Guadalhorce tras la repentina desaparición de su hija de 11 años ha permitido detener en Toledo a un ciberdepredador que embaucaba a niñas en internet con el objetivo de obtener de ellas material pornográfico. El hombre, de 30 años y acusado de corrupción de menores, coacciones, amenazas e inducción de menores al abandono del domicilio, se hacía pasar por un adolescente en las redes sociales y otras plataformas de mensajería instantánea para atraer a menores de entre 11 y 16 años. Primero les hacía creer que compartía con ellas inquietudes y, después, bajo la falsa creencia de que mantenían una relación sentimental virtual, obtenía fotos y vídeos de índole sexual.

La investigación comenzó tras la denuncia interpuesta ante la Guardia Civil en un municipio malagueño por los padres de una niña de 11 años que había desaparecido sin previo aviso. Fuentes cercanas al caso explican que los padres de la cría siempre vincularon su marcha a los continuos contactos que estaba mantenido con alguien a través de internet. «La niña estaba tan enganchada a este sujeto que a sus padres les resultó imposible inicialmente convencerla para que cesara el contacto, continuando la relación a escondidas», indican los investigadores. Afortunadamente, el dispositivo de búsqueda permitió localizarla esa misma noche dentro del término municipal, ya que los investigadores sospechan que su intención era viajar y encontrarse con el que pensaba que era su pareja. De hecho, la menor aseguró que su cibernovio tenía 14 años y que vivía en Madrid con sus padres, como demostraban las imágenes que él le enviaba y que se correspondían con un adolescente de esa edad. Frustrada la fuga, la Guardia Civil no sólo comprobó que tras ella había un inductor, sino que éste mantenía contacto diario con ella desde hacía tiempo y que intercambiaban conversaciones de alto contenido sexual e imágenes y vídeos pornográficos.

Poco después, los agentes de la Guardia Civil comprobaron que esta persona estaba siendo investigada por la Policía Nacional por otra denuncia de una menor de 11 años que vivía en Fuenlabrada (Madrid), por lo que ambos cuerpos continuaron la operación de manera coordinada. Con toda la información recabada se confirmaron las sospechas iniciales, determinando que el supuesto adolescente era en realidad un individuo de 30 que residía en Toledo. A principios de mayo, los agentes detuvieron al sospechoso en su casa, donde hallaron infinidad de dispositivos de almacenamiento informático con imágenes y vídeos pornográficos con menores. Con la información obtenida en el registro, la investigación calcula que el detenido comenzó su actividad criminal en 2008 y que habría logrado engañar a un centenar de menores para luego difundir las imágenes de pornografía infantil en España y en el extranjero.

El modus operandi era idéntico en ambos casos: creaba en distintas redes sociales perfiles falsos como si fuera un adolescente con gustos similares a los de las menores con las que mantenía contacto. Después las embaucaba durante varios días hablando de aficiones e inquietudes comunes hasta que comenzaba a subir el tono sus conversaciones. Finalmente solicitaba imágenes íntimas bajo la falsa creencia por parte de las menores de que mantenían una relación sentimental virtual. Cuando las víctimas querían romper la relación y dejar de mandar imágenes, el ciberdepredador las coaccionaba y las amenazaba con hacer públicas a través de internet las fotografías que ya tenía en su poder, exigiendo que le enviaran otras nuevas más degradantes y vejatorias. El caso de la niña de Málaga todavía no había llegado a este extremo, según las fuentes.