Al escuchar la historia de Álvaro Cerezo, malagueño de 36 años, parece que Jon Krakauer escribió Into the wild, libro que inspiró la película homónima dirigida por Sean Penn, basándose en su vida. Afortunadamente, Álvaro no comparte el fatídico destino de su protagonista, pero sí el mismo espíritu aventurero.

«Nunca me gustó la rutina ni los horarios. La verdad es que siempre lo tuve claro. Durante toda mi vida, estar en clase delante de un profesor era una seria tortura. No me imaginaba trabajando en algo que no me apasionara. Por eso nunca tuve un plan B. Tal vez esto me ayudó a lanzarme al vacío», confiesa Álvaro. Esa necesidad de «lanzarse al vacío» hizo que terminara la licenciatura de Economía en la Universidad de Granada y se trasladara a Nueva Delhi.

En una islas remotas de la India fue donde empezó su primera aventura como un verdadero náufrago. Poco antes de finalizar sus estudios universitarios en 2007, Álvaro volvió a buscar en internet y todavía no había ninguna empresa o agencia de viajes en el sector que ofreciera una experiencia extrema como la que él estaba buscando: vivir como un auténtico náufrago. Con la premisa de que habría más personas que compartían sus inquietudes se puso a trabajar durante un año en una empresa india para reunir fondos y fundar Docastaway.

Docastaway o «Hazte el náufrago» nació en 2010. Es una especie de empresa organizadora de viajes que ofrece la posibilidad de medir las capacidades de sus contratantes y les permite experimentar lo que significa el aislamiento extremo y la pugna por la supervivencia aunque con ciertas garantías, ofrecen seguro de viaje y los participantes pueden comunicarse con los organizadores si surge algún incidente.

Un negocio pionero y extremo

Más de 500 personas han optado por esta forma de turismo que huye de la masificación y los convencionalismos. La mayoría de los valientes que han confiado en el emprendedor malagueño son de nacionalidad estadounidense, británica, holandesa y suiza. Aunque hay aventureros españoles, entre ellos una pareja malagueña, esta empresa tan peculiar ha ganado sobre todo prestigio y reconocimiento internacional. Después de siete años, sigue siendo la única empresa que ofrece esta suerte de encuentro con la naturaleza y los orígenes de la civilización.

Existen agencias de viajes que organizan visitas, pero el negocio de Álvaro es pionero y empezó de forma experimental. En un principio tenía como dinámica «la prueba y el error». «Los primeros clientes fueron esenciales para saber lo que de verdad demandaba la gente», muy pronto se dió cuenta de que el verdadero desafío «no está en encontrar islas desiertas sino que no estén frecuentadas por pescadores». «Hoy en día, incluso en los lugares más remotos del planeta, siempre existe la posibilidad de ver algún barco de pesca navegando cerca, y nuestros náufragos requieren estar 100% solos».

Para encontrarse a veces hay que perderse, los clientes suelen reconocer que lo que han vivido en las islas ha sido una de las mejores experiencias de sus vidas. Álvaro recuerda con especial cariño a una chica con su padre al cual le habían dado 2 meses de vida por un problema de corazón. La hija me mandó un email en 2013 para viajar lo antes posible a la primera isla que estuviese disponible. Ella quería disfrutar los últimos momentos con su padre cuyo sueño siempre fue el de convertirse en un náufrago.

A alguno de ellos cambiaron radicalmente tras la experiencia, cuenta. «Tuvimos a una japonesa extremadamente introvertida que estuvo 19 días sola en una isla, y nos contó que a raíz de su experiencia cambió su timidez y se hizo una persona muy social». A los que van a embarcarse en este viaje les recomienda no llevar demasiadas cosas para no restarle retos a la experiencia.

Otro de los clientes más fieles es Ian Argus Stuart, un millonario inglés que en los últimos dos años ha estado en varias islas desiertas pasando un total de 180 días en solitario y sobreviviendo de la naturaleza. Una de sus más famosas aventuras fue la de la isla mas joven del planeta que salio en muchas televisiones y periodicos.

Álvaro ha estado en archipiélagos entre el trópico de Cáncer y de Capricornio que difícilmente podrían situarse en un mapa, pero el mayor reto fue en Canadá y las islas desiertas heladas. «En estas islas pasas la mayor parte del tiempo recogiendo leña para entrar en calor y esta actividad te deja poco tiempo para conseguir comida. Si conseguir fuego te fallase, la posibilidad de no sobrevivir hasta la siguiente mañana es considerable», relata.

No se imagina otra forma de vivir, sin embargo también ha tenido que renunciar a algunas cosas como tener una familia. «Es muy difícil con este tipo de vida. Llevo años viviendo con una maleta a cuestas y durmiendo cada semana en un lugar nuevo, y sin un hogar fijo. Pero no me importa», dice.

El protagonista de Into the wild decía que lo importante no es necesariamente ser fuerte, sino sentirse fuerte. Álvaro no es una persona huraña, no tiene deseos de huir de la civilización simplemente le gusta la soledad , el infierno que diseñó Daniel Defoe para Robinson Crusoe sería una oportunidad para este «náufrago del pasado». Cuando se aleja de la civilización echa de menos el sabor de la comida y aprende a valorar las comodidades de la vida diaria y anima a hacerlo.

Nómada y sin ataduras, Docastaway no es un medio para enriquecerse es la vía para seguir viajando, por eso prepara una nueva aventura y está intentando ampliar el número de islas. El proceso dura una media de dos años. Ahora mismo está en España visitando a sus padres en la casa de La Herradura donde todo empezó. Aquellos veranos de su infancia en los que se escabullía del control paterno para explorar las calas de Maro son ahora más reales que nunca y es lo grandioso que hay detrás de este malagueño.