«El consejo básico que les damos es que retirar la denuncia no va a ningún lado; muchas veces se aburren del tema burocrático, acaban cansadas, las esperas son largas y poner una denuncia contra la persona que íntimamente has convivido es complicado; por eso tomamos contacto y lo importante es que ella te sienta cercana, que lo que le das es seguridad, que confíes en lo que le dices, le hablo no como policía, sino como psicóloga, como trabajadora social», explica Esther Quintanilla Rivero, agente del Subgrupo de Protección de Víctimas, quien añade que estas mujeres muchas veces, pese a la orden de protección, siguen sin fiarse. «Es muy importante que el autor se haya echado pareja nueva; que tenga apoyo social y económico de la familia es muy importante, porque no se focaliza en la víctima».

Antonio Daniel Bautista, subinspector del GIP, recuerda que, cuando el juzgado les da una orden de alejamiento, hacen una segunda valoración policial: la Valoración de la Evolución del Riesgo (VPER). «Ahí se ve si en esos días que ha estado después de poner la denuncia ha habido problemas o no, si se ha calmado, si se le ha detenido; esta valoración se hace aprovechando la presentación del agente protector, facilitando las medidas de seguridad, el teléfono, las dependencias nuestras, el fijo, el móvil y se le dan consejos de autoprotección», recalca.

Quintanilla recuerda que hay muchos recursos, tales como «ayudas económicas, trabajadoras sociales, casas de acogida y psicólogos». En cuanto a las casas, cuando denuncian, las mujeres, según el riesgo, son trasladadas a casas de emergencia y luego a otras más permanentes, habitualmente fuera del municipio. «Las que tenemos aquí, muchas están en casas de acogida y vienen de otros sitios. Después se les ayuda a que vayan encontrando trabajo, porque tenemos mujeres de todas las clases sociales, desde psicólogas a letradas a otras que viven en barrios más marginales y gente con riesgo de exclusión social», declara esta experimentada y vocacional policía local, quien destaca que «es muy diferente una víctima que tenga ayuda familiar a que una mujer esté sola y tenga que irse de su municipio con sus hijos y ha de empezar de cero, abandonando su trabajo, que algunas lo hacen».

Quintanilla continúa enumerando los recursos: «Tienen derecho a excedencia, a la suspensión de su puesto de trabajo, durante un tiempo se prorroga, pero hay que acreditar que eres víctima, han de hacer un paréntesis en su vida, han de abandonar su vida anterior, que a lo mejor era muy estable; tengo mujeres que han trabajado y están en casas».

SUAMM

Su jefe recalca que en el Ayuntamiento también hay un Negociado de Violencia de Género, en el Área de Igualdad, e incluso se les brinda la posibilidad de ir a declarar o denunciar acompañadas de abogados (es lo que se conoce como SUAMM). «Si necesitan casas de acogida, a través de estos abogados lo pueden tramitar, o si tienen que separarse, se les explica la vida que va a tener esa denuncia». También hay psicólogos en el Servicio de Atención a las Víctimas de Andalucía (SAVA), en los juzgados, y en el Instituto Andaluz de la Mujer. La agente Quintanilla recomienda acudir a estos profesionales.

El nivel de riesgo muchas veces es engañoso, porque a lo mejor está en no apreciado porque el marido está en prisión pero cuando sale, tras varios años (una orden dura según la condena, cinco o diez años), «hay que tomar medidas, hay que ponerle pulsera. Hay que estudiar el caso bien, puedo tener cinco en riesgo no apreciado, pero empezaron siendo altos o extremos», dice Esther Quintanilla.

Ambos insisten en que hay excelentes relaciones con la Fiscalía especializada en estos temas, los juzgados y la Policía Local. «La asistencia periódica permanente es una manera de cercanía, según lo que te toque, el sistema te da la periodicidad, pero hay víctimas que las tienes más en cuenta porque el caso lo requiere, te lo tienes que aprender todo, conocer todos los expedientes. Yo me guío por los apellidos. Cuando me dicen Esther hola, soy tal, saben quién soy, eso me encanta», aclara.

Antonio Daniel Bautista añade que también hay que hacer de «hermano mayor y, cuando se equivocan, decírselo». Se trabaja incluso en el entorno escolar, avisando al colegio de que hay riesgo. Se les pide que digan su condición en el trabajo, incluso, y a los conocidos.