Estebaranz lleva cinco años trabajando como subdirector médico en el Hospital Clínico Virgen de la Victoria de Málaga, donde es responsable de investigación. Esa responsabilidad lo condujo hace pocos meses a convertirse en gerente mancomunado de una de las fundaciones de investigación médica más importantes y prestigiosas de Andalucía, Imabis. El Instituto, que atravesó una difícil situación económica en 2006, está codirigido en la actualidad por los hospitales Carlos Haya y Clínico.

-Parece que la investigación sanitaria ha pasado a formar parte de la agenda política de los últimos años y eso se ha traducido en una apuesta más decidida por ella. ¿Hasta qué punto es así y a qué cree que se debe?

-La foto fija de la investigación hoy es totalmente distinta a la de hace 20 años. Más concretamente los cambios se han registrado sobre todo en los últimos cinco años, y las razones de ello son diversas. Primero está la madurez de un sistema sanitario ya consolidado. La investigación no suele ser el objetivo de un centro sanitario o un sistema de salud que no tiene cubiertas una serie de prestaciones sanitarias. Por una parte tenemos esa razón y, por otra, la apuesta política por el tema. Ahora hay mucho más dinero encima de la mesa para financiar proyectos de investigación del que había antes, pues la financiación pública tradicional procedía exclusivamente del Ministerio de Sanidad y del Instituto Carlos III. Ahora la administración central tiene más vías de apoyo económico y la andaluza dispone a su vez de varias más. También ha sido diseñado un plan estratégico para favorecer esta actividad y para que los médicos con currículum investigador puedan liberarse de parte de su carga asistencial. Igualmente se han mejorado las becas de investigación y el acceso a la carrera científica en general.

-¿Cuántos hospitales malagueños llevan adelante trabajos de investigación?

-En la actualidad no hay ninguno que no investigue. Los hospitales comarcales y los distritos sanitarios han estado hasta la fecha más implicados en ensayos clínicos multicéntricos, pero ya empiezan a tener sus propios proyectos financiados. Los dos hospitales con mayor producción son Carlos Haya y el Clínico Virgen de la Victoria. A su vez, el Costa del Sol está empezando a desarrollar una actividad nada despreciable.

-Málaga es sede de una de las fundaciones de investigación sanitaria más relevantes de la comunidad, el Instituto Mediterráneo para el Avance de la Biotecnología y la Investigación Sanitaria (Imabis). ¿Qué actividad desarrolla actualmente?

-Tiene unos 210 proyectos de investigación -no ensayos clínicos- en marcha. Los ensayos financiados por la industria farmacéutica constituyen alrededor de 300 y en su gran mayoría se concentran en el Hospital Carlos Haya, el Clínico y el Costa del Sol. El año pasado la Fundación recibió fondos para 57 proyectos nuevos a través de convocatorias públicas, diez menos que en 2005, pero de mayor dimensión. A su vez, en 2006 también recibió siete proyectos de fundaciones privadas, como Mapfre o Esteve.

-¿Y cuántas personas participan de ese trabajo?

-En 2006 teníamos 25 personas dedicadas a la tarea y nueve becarios vinculados a distintos proyectos, aunque la figura del becario se está reduciendo cada vez más. También hay profesionales que realizan labor asistencial, pero investigan y reciben fondos para ello. Estos podrían suponer otro 200, la mayoría facultativos, pero también farmacéuticos y biólogos y más de 35 enfermeros.

-Ya que hablamos de Imabis no podemos dejar de preguntar por su situación. A finales de 2006 sus malos resultados económicos dieron origen a una crisis a la que siguió la dimisión de su director desde 2001, Fernando Rodríguez de Fonseca. ¿Cuál es su situación actual?

-La anterior dirección se centró más en el lanzamiento de la actividad de la Fundación y menos en la gestión, lo que a la larga comprometió la viabilidad del proyecto. El nuevo patronato apreció esta situación y vio la necesidad de plantear un plan de viabilidad o la fundación corría el peligro de ir a la quiebra, lo que hubiera sido una lástima porque pero sus resultados en investigación eran buenos y no era justo que su situación financiera los comprometiera. La solución a este panorama pasó por mantener la producción científica sin escatimar fondos para ella, pero recortando los gastos de gestión y administración. Cuando el anterior gerente puso su cargo a disposición de la fundación, se abordó un plan de viabilidad con el recorte en los costos estructurales. El plan de viabilidad ha sido necesario salvar la investigación y sólo ha afectado la estructura de apoyo a ésta. La dirección gerencia mancomunada del Carlos Haya y el Clínico ha procedido a ejecutar las medidas básicas de saneamiento y ya se pueden abordar los pagos pendientes, así que los resultados de esta labor deben empezar a dar resultado de forma inmediata.

-¿Cuánto tiempo es preciso para obtener resultados en una línea de investigación?

-Se tarda años. El proceso habitual es que alguien que actúa en una línea adquiere experiencia poco a poco, luego logra financiación y empieza a contactar con otros grupos del país o extranjeros que trabajan en ámbitos similares hasta definir una línea de trabajo. A partir de entonces la investigación empieza a dar resultados. El conocimiento en medicina es tan amplio hoy en día que los hallazgos casuales de gran impacto son anecdóticos. La generación de conocimiento es lenta y paulatina y supone inversión mayor en recursos, personas y tiempo. Aunque todo depende de muchos factores, consolidar un trabajo en menos de cinco años es prácticamente imposible. De hecho, la financiación pública para los proyectos suele ser a tres años y un proyecto no genera una línea de investigación, lo hace la suma de varios. Lo lógico es emplear de 10 a 15 años en lograr una línea de trabajo exitosa.

-¿Con qué parámetros se mide el éxito del trabajo científico?

-Los resultados en investigación se miden con patentes o derechos intelectuales y publicaciones. Las publicaciones de impacto dan prestigio, consolidan la labor y abren las puertas de la financiación. Un grupo de investigación con resultados y que publica tiene casi garantizado fondos. Es arriesgado poner dinero público en manos de alguien sin experiencia, ni resultados constatados, por eso el impacto en revistas especializadas es importante, pues demuestra la relevancia del trabajo y apunta a una línea de interés. Las patentes son otro camino. Hay patentes que generan poco dinero y otras mucho. Se puede patentar casi todo y el dinero revierte en el proyecto a través del interés de la industria. Las patentes pueden ser nacionales, europeas o mundiales. A nivel mundial son carísimas, por lo que hay que estar muy seguro del éxito del resultado para pagar por una patente internacional. Clásicamente esta herramienta no ha interesado mucho al investigador español y andaluz, pero esa situación se está corrigiendo.

-¿Hay líneas de investigación prioritarias, proyectos que reciben más apoyo económico que otros?

-Las convocatorias públicas se vinculan a prioridades que pueden ir variando de un año a otro y se encuentran unidas a materias específicas. Problemas muy ligados con la salud global de la población y de gran impacto siempre están presentes; es el caso de la investigación del cáncer, los problemas cardiovasculares, la obesidad o la diabetes. Por otra parte, casi todas las agencias de salud han ido incorporando progresivamente a sus convocatorias la investigación de enfermedades menos frecuentes o raras.

-¿En qué medida participan las compañías farmacéuticas en el trabajo científico? ¿Debería ser mayor su implicación?

-La industria farmacéutica financia los ensayos clínicos de sus medicamentos y ésta es una vía de financiación que no tiene por qué perderse. El problema sería que fuera ése fuera el único recurso existente, pues las empresas no son organismos independientes. La investigación en su caso se realiza siempre en función de unos intereses, aunque sus objetivos sean interesantes. Lo desastroso sería que las farmacéuticas constituyeran la única o mayoritaria vía de financiación, pero no lo es que coexista con otras alternativas. En la actualidad conviven las farmacéuticas, la administración y las fundaciones privadas que realizan un gran trabajo apoyando la investigación de situaciones concretas.