Existen dos maneras de entender el fútbol. Dos filosofías de vida que reinan sobre el verde y que suelen enfrentar a unos y a otros. Cada una tan eficaz como la otra, pero tan distinta como el día y la noche. Por un lado están los que buscan la exquisitez con el balón, los que presumen del dominio absoluto de la pelota para hacer constancia de su superioridad sobre el rival.

Su único objetivo es la portería contraria y suele premiar la calidad sobre la cantidad. En el otro lado del ring está el fútbol control, la defensa como principal virtud y el físico como mejor arma. El premio es mantener la portería propia a cero y la recompensa, el error del rival. Aprovecha los defectos del contrario para ensalzar sus virtudes.

Ésa es la división histórica del fútbol desde hace décadas que cuenta con ejemplos a puñados. Quizás, el más sonado es el de «Menottistas» o «Bilardistas», pero más cercano está la España de Clemente o la de Camacho. O incluso comparar al Málaga de Muñiz con el de Pellegrini.

En esos términos se mueven el Levante, que es la revelación de lo que va de temporada y el Málaga, que está confirmando sus expectativas. Ambos conjuntos están en la cima de la clasificación con dos estilos muy diferentes de juego.

El Málaga aprovecha sus virtudes con el balón. Es de los conjuntos que más posesión tiene en la Liga española y también de los más goleadores. Por ahora, el equipo blanquiazul es cuarto en la clasificación y también el cuarto en cuanto a porcentaje de acierto ante el marco rival. No es el Málaga de los equipos que más rematan a la portería contraria, lo que invita a pensar que pese a que cuenta con gran posesión de juego, no sabe o no puede finalizar casi todas sus jugadas ofensivas.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es el Levante. Los granotas utilizan un camino bien diferente para llegar al mismo destino. El equipo de Juan Ignacio Martínez domina el otro fútbol. Sabe llevar el tempo del encuentro y utiliza sus armas defensivas para aprovechar sus virtudes ofensivas. Con un estilo de juego totalmente diferente al malaguista, los levantinistas son colíderes de la categoría y la auténtica revelación de la temporada. Pero son el cuarto equipo que menos chuta a la meta rival, lo que significa que aprovechan con creces sus ataques. Son, por delante del Málaga, y con un 14 por ciento, el tercer equipo que mayor porcentaje de acierto tiene en España, sólo por detrás de los dos «grandes».

Baja posesión de balón

Pero el secreto del Levante va más allá. Los granota registran una media de posesión del 38,5 por ciento, lo que supone la segunda más baja de la categoría tras el Racing. Es decir, que para el Levante no tener el balón no es un problema.

El equipo de Juan Ignacio Martínez sólo controla la pelota 17 minutos de media en cada partido y promedia 330,5 pases. Eso sí, la zaga del Levante es de las más seguras de la categoría. Munúa sólo ha encajado tres goles. Es, junto a la del Sevilla, la mejor defensa. En la estadística de los remates recibidos a portería también presume de calidad. Sólo va por detrás del equipo de Guardiola y hace compañía, en el segundo lugar, al Madrid y al Málaga (3,67).

La zaga está liderada por Sergio Ballesteros. Un veterano que parecía estar de vuelta, pero que está viviendo su segunda juventud en el barrio de Orriols al igual que jugadores como Javi Venta, Nano, Juanfran, Del Horno, Valdo, Juanlu o el propio Munúa.

El Levante será, por lo tanto, un equipo rocoso al que no será difícil robarle el balón, sino hacerle daño cuando no lo tenga.