Málaga y Granada estuvieron durante muchos años bajo dominación árabe. Ambas ciudades tienen numerosos vestigios de aquella época. Obras de arte hechas en piedra: La Alhambra, La Alcazaba, el castillo de Gibralfaro... Ayer no se vio el cuento de las mil y una noches en La Rosaleda, pero sí el partido de las mil y una idas y venidas, sobre todo en el primer tiempo.

Juan Antonio Anquela puso a su ejército a defender, parapetados atrás, para salir a la contra con velocidad y mucho peligro. El técnico jiennense tenía muy bien estudiada la estrategia de los blanquiazules, que prodigaron casi todos sus ataques por la derecha. Allí, el tándem formado por Míkel Rico e Iriney constituía una muralla sólida, que parecía infranqueable. Los nazaríes incluso se acercaron con más decisión a la meta de Willy Caballero por mediación de una vaselina de Ighalo y un remate envenenado de Diakhaté dentro del área, con Caballero como protagonista. El argentino parecía tener imán sobre la armadura, ya que repelía cualquier atisbo de peligro en forma de tiro. Pero los cristianos malaguistas, que remataron por primera vez en el 24´ (Eliseu) despertaron al fin del letargo.

El césped y los múltiples resbalones que se produjeron ayer (al igual que el pasado martes frente al Anderlecht) favorecieron los intereses de los blanquiazules. Pase de Saviola a Joaquín, caída de Diakhaté, y el del Puerto de Santa María enfiló la portería de Toño como un guerrero, le encaró con confianza y estableció el 1-0.

En el 33´, el «Conejo» Saviola se sacó de la chistera una de sus armas secretas, un dribbling que le rompió la cadera a Juanma Ortiz y ajustó el tiro al palo derecho de Toño, recuperado después de una semana con una distensión muscular pero a punto de recibir un «infarto» (dos goles encajados en tan sólo seis minutos).

El batallón malaguista había asaltado con valentía y grandes dosis de eficacia la fortaleza nazarí. Anquela veía cómo su estrategia se venía abajo como un castillo de naipes.

Los moros granadinos no se vinieron abajo. Ni mucho menos. Pero ahí estaba Willy, cual caballero, sin lanza pero con unos reflejos increíbles, para despejar otro remate impresionante de Diakhaté en el 43´ y otro tiro también peligroso de Ighalo en el 44´.

Monreal, fuera y Eliseu atrás. Después de la tregua en la batalla, Manuel Pellegrini dio descanso a Monreal y Eliseu pasó a la retaguardia. Entró Iturra: más pelea para la línea medular. Trabajo de contención por delante durante el primer cuarto de hora de la segunda parte.

El Granada jugaba bien, demostraba calidad en cada acción, pero moría en la orilla del área ante la mejor defensa de la Liga española.

Las ocasiones se repitieron. Los malaguistas atacaban con metralleta: ra-ra-ra. Joaquín, tras recorte, Portillo con una semi volea, testarazo de Camacho (tras cabezazo a su vez de Weligton en un libre indirecto de Joaquín).

En los últimos veinte minutos, con la entrada de Santa Cruz y, sobre todo de Diego Buonanotte, la eficacia en ataque fue superior aún. El «Enano»lo bordó. El argentino no marcó gol alguno, pero lo mereció. Lo buscó en alguna que otra ocasión, cuando se fue de quien quiso en el área, pero se resbaló y su tiro lo despejó Toño.

El jugador más bajo de la Liga demostró que tiene calidad para jugar de inicio en muchos partidos. Regaló la mejor acción de la tarde, propia de un crack, al darle un pase picado a Santa Cruz, que el paraguayo no perdonó y puso el cuarto en el marcador. El mismo resultado que frente al Valencia. Otro 4-0. Pudieron ser más. Antes, el propio Santa Cruz, tras un pase de Portillo, Weligton de cabeza y el propio Buonanotte tuvieron sus oportunidades. ¿Quién da más?